La moda se traslada a la cabeza, y no porque a nadie se le hayan subido los humos, sino porque este verano, el complemento que más se lleva son los sombreros, y no vale cualquiera, no valen las gorras, ni las boinas, ni los casquetes, ni los de copa, ni el bombín, se llevan los sombreros tipo fedora, trilby o borsalino y tambén estilo panamá pero no de fieltro, eso ya será en invierno tal y como hemos visto en las colecciones de hombre, sino en su versión de mimbre, tejido o de fibra de palmera (estos son los mejores).
El sombrero panamá, que reconocemos enseguida porque es siempre impolutamente blanco o color marfil, es en realidad originario de Ecuador, lo popularizó el presidente Roosvelt justamente el día que inauguraba el canal de Panamá, lo fotografiaron con él y desde entonces lo bautizaron así. El sombrero tipo fedora sin embargo, que se confunde el tipo trilby o borsalino (son muy similares, cambia un poco la terminación triangular delantera), y cuya forma no dista mucho del primero, lo conocemos todos gracias a Indiana Jones.
Prácticos lo son y mucho, contra el implacable sol de mediodía no hay nada mejor que un buen par de gafas y un buen sombrero que te cubra la cabeza y te prevenga de una insolación, otra cosa es que te animes con el look. A mí la idea en teoría me parece muy buena, pero no sé si me convence del todo...
Samantha Ronson, la novia de Lindsay Lohan, no se lo quita nunca.
A Rachel Bilson, le sienta fenomenal.
A Kirsten Dunst, le va como anillo al dedo.
Y a Diane Kruger ya casi no la reconocemos si no lo lleva puesto.
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