Cada país tiene alguna costumbre en la mesa que lo identifica, así si empezamos una ruta gastronómica internacional será más divertido y sorprendente. En el país vecino, va de quesos.
Si aprecias la cocina francesa, no te emociones con el primer y segundo plato porque, cuando habrás llenado tu estómago a rebosar, llegará ¿el postre? No. Llega un plato con diversas variedades de queso, cada una más sabrosa que la otra: están buenísimos, todos: los frescos, los curados, con hojitas, con cañitas, ¡me chiflan todos!.
Eso sí, cuidadín con las calorías que entran al galope en el cuerpo. Y si estás ya lleno, no podrás con los quesos. Imprescindible la copa de rouge, vino tinto, para realzar aún más este producto, y un pan de calidad.
El cuchillo especial para servirse el queso siempre estará presente en el plato y tiene esa forma curvada hacia arriba con dos dientes puntiagudos para poder pinchar y servir el trozo elegido sin tocarlo con los dedos. Luego ya vendrá el postre. Sí, seguro que puedes con todo.
Te voy a explicar cómo cortarlo correctamente, en especial los quesos curados. Es de mal gusto cortar el queso quedándote toda la materia y abandonando la corteza para el último pringado. Imagina una cuña sabrosa de manchego (aquí tenemos quesos excelentes): se empieza a cortar longitudinalmente hasta la mitad. Tendrás corteza en ambos extremos del trozo.
Al llegar a la mitad, cambias el sentido y empiezas a cortar transversalmente y tendrás trozos con una sola cara de corteza hasta el final. De este modo a nadie le toca toda la corteza de la base sino que va repartida con cada comensal. Bon appétit.
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