Durante la conmemoración del 15º aniversario del 11S, en Nueva York, el pasado domingo, Hillary Clinton sufrió un golpe de calor. Las alarmas sobre su salud saltaron enseguida, por lo que la candidata demócrata tuvo que salir al paso de las especulaciones reconociendo que, 48 horas antes, le habían diagnosticado neumonía y le habían prescrito cinco días de reposo, consejo que ella ignoró. ¿Es esa una actitud intrínsecamente femenina?
Hillary Clinton está inmersa en medio de una campaña electoral brutal. Esa parece justificación suficiente para que haya descuidado su salud, ignorando los consejos médicos para tratar su enfermedad. Pero no hace falta ser una de las mujeres con mayor responsabilidad del mundo para poner las obligaciones laborales por encima de la propia salud. Miles de mujeres lo hacen cada día, millones. Y no solo por motivos laborales, también familiares. ¿Cuántas veces hemos ido a trabajar con fiebre? ¿Cuántas a recoger a los niños pese a que una gripe nos tiene fuera de juego?
Jennifer Lawrence también sufrió neumonía en 2013 y, pese a que canceló algunos eventos, apareció en los Oscar como si no ocurriera nada. Lena Dunham sufre endiometriosis, una enfermedad crónica que la ha hecho reducir el ritmo en ocasiones, algo por lo que ella misma ha declarado sentirse afortunada, ya que muchas mujeres con la misma dolencia no pueden permitirse parar. Mireia Belmonte, la supercampeona española de natación, es asmática y alérgica al cloro. Todas ellas, como tantas de nosotras cada día, se sobreponen a sus dificultades, muchas veces más de lo que deberíamos. ¿Quién dijo sexo débil?
Imágenes | Gtresonline.
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