Marc Jacobs es aquel hombre asentado, idolatrado y respetado. En los últimos años bien parece ser el hermano gemelo de Karl Lagerfeld. Ambos con una creatividad en baja forma, ambos con algunas de las mejores firmas a sus espaldas. De una forma u otra, ambos se suben a la pasarela y siguen ofreciendo castillos en el aíre en los que la fama construye la colección más que las prendas en sí, las cuales, en manos de otras firmas ya serían vilipendiadas. La colección Otoño-Invierno 2012/2013 se mantiene en ese camino. En este caso el miedo a ser robada está descartado.
El diseñador neoyorquino juega al margen del resto, incluso a la hora de respetar las reglas que establece la CFDA para las modelos que desfilan, las cuales deben de tener 16 años o más a lo que Jacobs responde subiendo a Thairine Garcia de 14 años y a Ondria Hardin de 15, según informa el New York Times. Él se justifica en que las modelos tienen el permiso de sus respectivos padres, por lo que no ve razón para no contar con ellas. Claro que al ver la colección final y lo último en que se piensa es en la edad de las modelos puesto que los looks son tan horribles que todas suben a la pasarela con varios años de más.
La moda sigue siendo amplia, la moda se mantiene mezclando texturas y materiales como si no hubiera un mañana. Cuero y pieles en primera fila, que dan mayor resultado a primera vista. Al igual que los sombreros, una pamela es algo que se queda corto para Marc Jacobs.
Capas y más capas en los looks, que la mezcla no pare. Los estampados ya pueden ser de suelos de cocina de Cuéntame que tendrán su respectiva correspondencia entre el cuero dominatrix campana y el pelo en los bolsillos o las amplias hebillas en los zapatos. Lo bueno de todo es que el invierno de Marc Jacobs es oscuro por lo que, dejando el fucsia visto, el resto evita un impacto mayor.
Es una colección que escapa a cualquier explicación posible. Marc Jacobs, quien iba a ser el sustituto de John Galliano en Christian Dior. Mejor pasemos página.
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