La empatía es mucho más que ponerte en el lugar de la otra persona (y así puedes aprender a cultivarla)

La empatía es mucho más que ponerte en el lugar de la otra persona (y así puedes aprender a cultivarla)

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La empatía es mucho más que ponerte en el lugar de la otra persona (y así puedes aprender a cultivarla)

La empatía es una de esas cualidades de las que todos hemos escuchado hablar, muchos aseguramos tenerla, y pocos la ponemos realmente en práctica. Y no es de extrañar, teniendo en cuenta que no siempre queda claro qué es exactamente la empatía, qué implica y, por supuesto, cuáles son sus límites.

Como muchas de las cualidades humanas, podemos ir adquiriéndolas con el tiempo, la educación y nuestras experiencias. Pero también de manera voluntaria, decidiendo cultivarla y ponerla en práctica. Para ello, es necesario saber de qué hablamos exactamente cuando hablamos de empatía y qué pasos podemos seguir para ir entrenándola.

Mucho más que la capacidad de ponernos en el lugar del otro

Alguna vez habremos escuchado que la empatía es la capacidad de ponerlos en el lugar de la otra persona. Y sí, es eso, pero no solo. Se trata de la capacidad que tenemos las personas para entender los sentimientos y las emociones de las otras personas. Esto no implica que tengamos que estar de acuerdo con ellas o pensar igual.

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Lo que significa es que tenemos la capacidad de entender de dónde vienen estás personas y de dónde parten sus comportamientos, cómo se sienten, y lo que les mueve. Es decir, las personas empáticas tienen la capacidad de leer bien a la otra persona - lo que ayuda a entenderles mejor a ellas y a sus motivaciones -. Implica, también, que tenemos la capacidad de tomar perspectiva con respecto a la persona que está mostrándonos sus emociones.

Cómo podemos cultivar la empatía

La empatía es una de las habilidades sociales más claves y básicas, que nos permiten tener mejores relaciones sociales, reduce los prejuicios, el bullying, las discriminaciones y el racismo y nos hace sentir personalmente mejor. Además, se trata de una habilidad que podemos cultivar con un poquito de trabajo.

Empieza haciendo más preguntas

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Una forma de cultivar la empatía es empezando por preguntar más a los demás por ellos mismos con preguntas abiertas. Preguntarles qué tal ha ido el día, cómo va el proyecto en el que están trabajando o aquella preocupación que sabes que tenían. Pregunta y deja que la otra persona se abra todo lo que necesita y pueda.

Muestra que estás prestando atención

No basta con hacer preguntas si cuando nos responden desconectamos de lo que nos cuentan. Es el momento de intentar poner en marcha la escucha activa. Esto quiere decir que no solo tenemos que escuchar a la otra persona, sino que debemos darle evidencias de que les estamos escuchando. Mirarles a los ojos, afirmar, dedicar toda nuestra atención o fijarnos en los gestos de la otra persona y lo que con ellos intenta comunicar es muy importante. Mostremos que estamos presentes.

Acepta las emociones de los demás sin juzgarlas

Todas las emociones son válidas e, igualmente, respetables. Por ello, es recomendable que hagamos un esfuerzo por aceptar todas las emociones humanas, no cerrarnos ante ninguna ni aceptar mejor unas que otras. A los seres humanos nos cuesta más mostrarnos tolerantes ante las emociones denominadas negativas como la tristeza o la ira, pero debemos dejarles espacio y aceptarlas igual que la alegría o la felicidad.

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Muestra curiosidad por los desconocidos

Una buena manera de desarrollar la empatía es ser curiosos, intentar saber más sobre los demás, preguntarles por sus motivaciones, preguntarnos cómo y por qué creemos que estas personas han llegado a ser cómo son, su historia de vida, su educación, su aprendizaje, etc.

Elige un personaje e intenta descubrirlo

Cuando leemos o vemos una película podemos elegir a un personaje concreto - y si no es con el que más nos identificamos todavía mejor - e intentar descubrirlo más allá de lo que cuenta la historia. Cuál es la historia de ese personaje, cómo ha llegado a ser cómo es ahora mismo, por qué creemos que actúa como actúa, qué le preocupa, qué miedos tiene, etc.

También podemos hacer el ejercicio de pensar en cómo creemos que seríamos nosotros, cómo nos sentiríamos y cómo nos comportaríamos si tuviéramos la misma historia vital que la otra persona. Normalmente no nos planteamos cómo seríamos si nuestra historia vital hubiera sido distinta y hacerlo es una buena manera de aprender a entender a otras personas.

Imágenes: Atypical

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