Cosmeticorexia: cuando el cuidado de la piel deja de ser saludable

Como amantes de la belleza, nos encanta cuidar nuestra piel intentando que esta luzca lo mejor posible. Así, solemos estar alerta a los nuevos lanzamientos, a productos que nos pueden ayudar y crear rutinas de belleza con las que mejorar. Sin embargo, todo en exceso no siempre es bueno y pueden surgir síndromes como la Cosmeticorexia.

¿En qué consiste? Pues muy sencillo, en una conducta obsesiva o una preocupación excesiva por el cuidado de la piel que pueden derivar en serios problemas. Vamos, que una cosa es que nos queramos cuidar y otra que nos obsesionemos con el uso de productos cosméticos sin conocimiento.

Así, podemos hablar de casos como los derivados de la limpieza facial que a muchos les lleva a obsesionarse y a lavar demasiado, frotar, aplicar muchos productos..., que al final acaban dañando el manto hidrolipídico, esa emulsión natural de nuestra piel encargada de que nuestra piel se mantenga hidratada, así como de hacer que se mantenga con el aspecto aterciopelado.

Y es que un exceso de limpieza, así como un exceso de exfoliación no solo con la física sino abusando de la química como de los AHA's, con resultados más perjudiciales que beneficiosos.

Al parecer esta condición, la cosmeticorexia, es algo que afecta tanto hombres como mujeres por igual, y hace que compremos compulsivamente productos cosméticos que nos aplicamos "sin conocimiento", sobre todo aquellos que tienen funciones de antienvejecimiento. De esta manera, lo único que conseguiremos es que nuestra piel se irrite incluso aparezcan o se desarrollen patologías como la dermatitis, acné, entre otras.

Cuántas veces hemos oído hablar de los beneficios del retinol, de la vitamina C, el ácido acelaico o de la niacinamida, solo por decir. Miles de veces. Sus beneficios para la piel son de sobra conocidos, sobre todo en la lucha contra el envejecimiento. Por ello, compramos compulsivamente productos y más productos que no siempre son aptos para nuestro tipo de piel,  creamos rutinas que nos del todo saludables y, finalmente, en lugar de beneficios, acabamos creando inconvenientes.

En este sentido, son muchos los expertos que a día de hoy abogan por "el menos es más", por aplicarnos un número mucho más reducido de cosméticos bien formulados (olvidándonos de las larguísimas rutinas de diez pasos) y haciendo hincapié en buenos activos y adecuados.

Como comentábamos, esta cosmeticorexia que nos lleva a una compra compulsiva también nos hace creer que los productos tienen efectos inmediatos, cosa que no es cierta, cada activo tiene sus tiempos y tenemos que ser pacientes. De esta manera, y haciendo gala de esa ansia que nos entra, compramos más productos de manera que acabamos almacenando una buena cantidad de productos que, finalmente, tendremos que acabar tirando porque ha pasado su plazo de caducidad, con la consecuente pérdida de dinero.

Conclusión, la cosmética la tenemos que tomar con calma, no busquemos la perfección porque no existe y, como todo en la vida, los extremos nunca fueron buenos. Así, comprad con conocimiento, no por modas, aplicaos los productos de acuerdo a vuestra edad, condición y tipo de piel (si es bajo recomendación de un experto, mejor), sabiendo que algo le funciona a nuestra amiga, no significa que a nosotras también y, ante todo, no nos obsesionemos y nos tiremos horas y horas frente al espejo aplicando un producto tras otro que no nos lleven a ninguna parte. 

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