Los tratamientos en ampollas se aplican, no se comen

Hay cosas que se dan tan por supuestas que, cuando ocurre la anécdota que os voy a explicar, nos reímos con las manos en la cabeza pensando: “¿En qué mundo vive”?. Pero lo cierto es que nadie nace enseñado y mucho menos para adivinar cómo utilizar un tratamiento concentrado de ampollas.

Una señora acude muy convencida a la perfumería y pide el tratamiento en tubitos X, del cual le ha hablado su amiga. Comprobó ella misma el resultado en la piel de la amiga y se dijo que iba a comparlo, costase lo que costase: valía la pena.

La dependienta le despacha y la clienta vuelve al cabo de un mes, pidiendo el mismo tratamiento. Como era de una marca de alta cosmética (quiero decir hiper-cara), quiso asegurarse de que la señora estuviera contenta con el trato al cliente y le preguntó qué tal el resultado.

Imaginaos la cara de póker de la dependienta cuando le dice que bueno, se esperaba algo más espectacular pero que iba a intentar tomarse un segundo tratamiento a ver si quedaba tan bien como su amiga. ¿Tomarse, se preguntó la dependienta?.

Pues sí, la señora se tomaba un tubito del concentrado de belleza (que valía una pasta) en el desayuno: se lo comía, para que no haya dudas. Hay que ser muy profesional para no exclamar, gritar, reír o cachondearse de la señora y no lo hizo. Le explicó que no lo hacía bien y cómo debía aplicárselo: en la piel y no en la boca.

Este caso verídico sorprende y da risa. Pero nadie le había explicado a la señora el cómo. Aunque sé que hoy día hay mucha información en revistas y otros medios de comunicación (algunos muy arrebatadores), si no tenéis claro cómo hay que utilizar un cosmético o un producto de maquillaje, no os dé vergüenza pedir instrucciones. Ya véis que nadie nace con el master.

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