Adoro los zapatos, el complemento menos accesorio de todos. Pero zapatos, como ropa o fruta, la hay de todas las calidades, diseños y matices. ¿Cómo puede relegarse la prenda que hizo que el príncipe encontrara a su cenicienta? En muchas ocasiones dejamos el zapato para el final, como si fuera un elemento más práctico que ornamental o fashionista. Craso error y para muestra un botón.
Hoy os presento la colección Otoño-Invierno 2011/2012 de Jason Wu y aunque escueta y un tanto repetitiva tiene varios puntos muy a favor.
Qué ocurriría si nos pusiésemos unos shorts vaqueros, medias tupidas, un suéter de lana y los botines con pedrería y lana de la primera imagen? Pues que pese que nuestro look, exceptuando zapatos, nos haya costado 15 euros en total, la imagen al completo transmitirá dos cosas:
Primera: que posiblemente has gastado tanto en tu ropa como en tus zapatos (aunque tú sepas que es de low pero que muy low cost). Segunda: que irás tan ideal como con un vestido baby doll de Marc Jacobs, un tocado a juego, mitones, una capa Robin Hood y algún toque navajo. Es decir, igual de fashionista.
Otra cosa es poder calzarse estos taconazos que tienen una cosa a favor y una en contra: a favor que el modelo tiene una plataforma interior que contrarresta un poco la altura del tacón. En contra: que este tacón es de todo im-po-si-ble porque no sólo es alto sino finísimo cual espaguetti.
No digo yo que Carrie Bradshaw no se ponga esto tan pancha y corra por la calle 14 como una gacela pero ¿el resto de las mortales?
No obstante hablamos de una colección de diseñador, y el diseño en ocasiones ha de ser así, un tanto imposible, para locas de la moda, para chifladas de las alturas.
Caso aparte es el de mujeres que compran piezas de moda casi como obras de arte ¿no os ha ocurrido que un zapato Prada, un perfume Gaultier o unas gafas D&G son del todo imposibles pero os encanta cómo quedan en vuestro vestidor/baño/zapatero, como si fuera un mero objeto de decoración?
Jason Wu ha logrado aunar en la misma colección modelos que parecen provenientes de distintos países: éste que nos ocupa yo sin duda diría que pertenece a una neoyorkina, mientras que el primero, por decir algo, a una italiana.
Nada bajo, nada medio, todo alto. ¿Por qué será que los hombres cuando diseñan siempre lo hacen en alturas imposibles? ¿Se deberá al hecho de que ellos jamás se han puesto un tacón?
Bonitos colores, detalles de lujo, hormas arriesgadas pero también comerciales y tacones finos, finísimos.
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