Cada temporada hay una dieta milagro nueva en nuestras vidas y resulta casi imposible seguir el ritmo. Sin embargo, otras, como la dieta Scarsdale, se encuentran durante las más buscadas siempre. No es de extrañar teniendo en cuenta que se trata de una dieta que nos promete ayudarnos a perder alrededor de siete kilos en 14 días.
Sin embargo, este tipo de dietas que realizan promesas casi milagrosas son tentadoras, pero ya nos resultan un poco sospechosas de primeras. Por suerte, la ciencia viene a nuestro rescate y tiene un par de cosas que decir sobre la dieta Scarsdale y su efectividad y seguridad a la hora de ayudarnos a perder peso.
En qué consiste la dieta Scarsdale
Esta dieta, creada en 1979 por el cardiólogo Herman Tarnower, es una forma de dieta disociada, como la que sigue Kate Winslet. En concreto, se recomienda seguir la dieta Scarsdale durante dos semanas. A lo largo de esos 14 días lo único que podemos comer son los alimentos concretos marcados por la dieta. La idea, en teoría, es que con esos alimentos limitados conseguiríamos los nutrientes necesarios.
Esta dieta propone que consumamos unas 1000 calorías al día. Esto lo haremos por medio del consumo exclusivo de frutas de temporada, verduras, carnes y quesos muy magros. Las verduras que se permiten son el apio, la zanahoria, el pepino, tomate, lechuga, coles de Bruselas, pimientos, espinacas, brócoli y coliflor. Solo se pueden hacer tres comidas al día y para seguirla correctamente no se puede consumir ningún alimento que no esté en la lista de permitidos.
Esta dieta no permite que usemos aceite para aderezar ensaladas. Tampoco permite que consumamos plátanos, uvas, aguacates, pastas, arroces, lácteos enteros, mantequillas, legumbres, pan blanco, salsas, rebozados, fritos, patatas, embutidos o carne roja. En cualquier caso, al seguir esta dieta, tendremos un plan claro que nos indique exactamente qué podemos comer ese día. Además de esto, no se puede realizar ejercicio físico mientras la seguimos.
No solo es una dieta desequilibrada, sino que pone en riesgo nuestro corazón
La dieta Scarsdale es muy conocida y eso tiene una ventaja: se han realizado investigaciones científicas al respecto. De esta manera podemos tener evidencias que con otras dietas no tenemos. En el caso concreto de la dieta Scarsdale, una investigación realizada en 2017 comparó diferentes estrategias de alimentación y su eficacia y seguridad, además de gasto económico. La Scarsdale se consideró una dieta desequilibrada.
De hecho, lo que encontraron fue que el consumo diario de calorías sería todavía más restrictivo de lo que anuncian, rodando las 450-500 calorías diarias. Teniendo en cuenta que las necesidades calóricas de una mujer adulta rondan las 1.800 calorías (esto puede variar dependiendo de nuestro peso, nivel de actividad, etc.), nos hacemos una idea de cómo de lejos quedan esas 450 calorías.
De hecho, aunque para perder peso es necesario conseguir un déficit calórico, la recomendación es reducir un 20% de las calorías necesarias para mantenimiento. Incluso así, el consumo sería mucho más alto de 450. Las conclusiones de la investigación fueron, de manera poco sorprendente, que puede generar un importante agotamiento en quienes la siguen, además de una importante sensación de hambre, que puede terminar en antojos o, incluso, atracones.
Otra investigación anterior iba más allá y señalaba que este tipo de dieta tan hipocalórica, en la que sobre todo se consumen proteínas y se reduce el consumo de hidratos y grasas al mínimo, podía resultar en un mayor riesgo de fallecimiento por todas las causas. Perdemos peso porque restringe mucho las calorías que consumimos, ¿pero a qué precio?
La investigación realizada en 2017 encuentra que al ser una dieta tan hipocalórica y restrictiva no solo no consumimos un número de calorías seguro, sino que no llegamos a cubrir las necesidades diarias de nutrientes. Y, además de todo, genera un muy importante efecto rebote.
El hecho de que sea una dieta tan restrictiva y que, además, controla todo lo que comemos, hace que sea muy difícil de seguir y mucho más a largo plazo. No es una dieta que genere adherencia, así que cuando llegue el día 14 estaremos deseando abandonarla y no habremos obtenido ninguna educación nutricional que nos permite seguir comiendo de forma saludable en el futuro. Lo más probable, de hecho, es que en cuanto la dejemos volvamos a las comidas calóricas y grasas ya que tendremos infinidad de antojos.
Por el camino, una dieta así de restrictiva, que categoriza alimentos como "prohibidos" y "aptos", y que no nos permite salirnos nunca del plan ni comer algo "prohibido" sin culpa, puede abrir la puerta a los trastornos de alimentación y, desde luego, a una mala relación con la comida en la que la culpa y no la salud sea quien nos guie.
Por supuesto, el que no podamos realizar deporte mientras seguimos esta dieta ya nos da una pista de lo poco segura e inadecuada que es. Y es que, nuestro cuerpo necesita energía y esta se consigue a través de las calorías. Si hacemos deporte necesitamos todavía más energía y una dieta como la Scarsdale no cubre, ni de lejos, el número de calorías que necesitamos para funcionar correctamente. Una alimentación saludable siempre va a permitirnos hacer deporte y cumplir con nuestras necesidades calóricas sin riesgos para nuestra salud.
Imágenes | Unsplash
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