Además de reunir tendencias, me encanta escoger y sintetizar las mejores colecciones de cada temporada, y es que con tanto empeño en encontrar patrones comunes entre diseñadores que nos olvidamos de destacar la esencia de sus propuestas individuales.
Más allá de las que por sí mismas están fuera de toda liga, como las de Dior, Lacroix, Chanel, Givenchy, Lanvin o Balenciaga, esta primavera verano me quedo con 10 de ellas con el denominador común del colorido y las formas muy de mujer, que para eso estamos en la mejor época del año.
Y empiezo con la de Luella, una de las pocas colecciones que han logrado cautivarme (ya lo dije en su momento y mi frase resume muy bien lo que te producen estas propuestas: qué alegría más grande), lejos de cosas ya vistas y del aburrimiento, absolutamete chic, alegre y femenina, sin caer en lo empalagoso, lo antiguo o lo ñoño.
La de Halston es una de esas colecciones que sin ser nada del otro mundo, se basa fundamentalmente en túnicas asimétricas vaporosas en colores ácidos, es impecable: y atención porque dicen que Olivier Theyskens podría tomar las riendas de la firma en breve.
Consuelo Castiglione es una mujer casi tan apasionante como Miuccia Prada, y el el estilo NERD italianizado de Marni, aunque sea casi imposible de ejecutar al milímetro, la superposición de prendas y la mezcla de tejidos, colores y estampados, es única.
Stella McCartney es un personaje controvertido dentro del mundo de la moda: muchos ponen en entredicho su talento y atribuyen el secreto de su éxito a su apellido y su círculo de amigos, exclusivamente, pero el caso es que tras su salida de Chloé, Stella ha logrado forjar un sello reconocible que encandila a celebrities y anónimas, y que está entre los más copiados en las cadenas de tiendas lowcost.
Le pasa lo mismo que a Balmain. Christophe Decarnin no es ningún mago de la aguja pero sí todo un visionario comercial, y aunque mal que le pese a muchos, y a pesar de que estemos hartas de verla hasta en la sopa, esta es una colección construida a base de looks fáciles y repetitivos, pero totalmente apetecibles y de lo más sexy que se ha visto encima de una pasarela en mucho tiempo.
Bottega Veneta es una firma que me apasiona desde hace varias temporadas por su espíritu sobrio y su austeridad: materiales nobles excepcionalmente utilizados, y paleta de colores suave y exquisita.
Esteban Cortázar me conquistó con su primera colección para Emanuel Ungaro, y con esta segunda tanda de propuestas no defrauda por rendirle homenaje con tan buen gusto a sus orígenes tropicales: el estampado éxotico nunca ha sido menos típico de chiringuito de playa.
L’Wren Scott constituye un fenómeno parecido al de Victoria Beckham en el mundo de la moda: no son creadoras de profesión ni de raza, pero con su visión clara y unidireccional han logrado hilvanar colecciones de lo más convincentes.
La de Christopher Kane me parace una colección de esas que a pesar de entrar en el campo de lo experimental y arquitectónico, no pierde ni un ápice de credibilidad: me apasiona su universo de escamas y su uso del estampado de leporado, en versión futurista, y sobre todo del naranja.
Y por último, y aunque me pase un poco como con Balmain, me quedo con Hervé Léger by Max Azria, porque nunca los colores pastel me parecieron menos pastelosos, valga la redundancia, y porque tirar de minivestido no siempre es tan obvio.
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