Las dos guerras mundiales que vivió el siglo XX han sido reconocidas históricamente como momentos clave para el avance de la igualdad entre hombres y mujeres. Los hombres se fueron al frente, las mujeres tuvieron que ocupar sus puestos en las fábricas y eso contribuyó como pocos factores antes a la incorporación de las mujeres al mercado laboral. Pero... ¿fue esa la única misión de las mujeres en la guerra? No de todas.
La semana pasada, conocíamos la noticia de que había muerto, a los 101 años de edad, Mary Ellis, la última piloto que permanecía con vida de las que pertenecieron a la Royal Air Force británica durante el conflicto. Fue, junto a otras 167 mujeres, miembro de la ATA (Auxiliar de Transporte Aéreo), las Top Gun de la Segunda Guerra Mundial.
La Royal Air Force ya había contado con su equivalente femenina durante un breve periodo de tiempo tras la Primera Guerra Mundial (entre 1918 y 1920) y desde 1939 fue reclutando cada vez a más mujeres, hasta alcanzar en su pico más alto un número de 180.000 combatientes. Pero las mujeres de la WAAF (Woman's Auxiliary Air Force) no tenían ninguna responsabilidad de vuelo. Para eso estaba la ATA.
La misión inicial de la ATA era el transporte de correo, personal y suministros médicos, pero pronto fue necesario que transportaran también los propios aviones de guerra entre las fábricas y el frente. Antes de la existencia de este cuerpo, eran los propios pilotos militares quienes se encargaban del transporte, por lo que se consideró crucial para las fuerzas británicas liberarlos de esta tarea y que no tuvieran que moverse del frente por esta causa.
En diciembre de 1939, se incorporó la primera mujer piloto a la ATA. Se llamaba Pauline Gower, era hija de un parlamentario y fue capaz de vencer las reticencias que existían dentro de la RAF a la presencia de mujeres gracias a su gran diplomacia y sus contactos en la sociedad y la política. «Las mujeres no nacemos con alas para volar, pero los hombres tampoco» fueron las palabras que utilizó para convencer a los mandos de que podía pilotar.
Enseguida reclutó a otras ocho mujeres, a quienes al principio solo se les permitía realizar vuelos básicos, aunque pronto fue cundiendo la igualdad entre ellas y sus compañeros pilotos. No en número, ya que a lo largo de toda la Segunda Guerra Mundial, en la ATA sirvieron 1.152 pilotos varones frente a 168 mujeres. Pero sí en detalles trascendentales, como que desde 1943 recibieron el mismo salario que los hombres, todo un hito en la época.
Durante los años que duró el conflicto, los hombres y mujeres pilotos de la ATA completaron 415.000 horas de vuelo y transportaron 309.000 aviones de 147 clases diferentes. Aunque al principio transportaban los aviones con el armamento descargado, varios encuentros mortales con la aviación alemana hicieron que comenzaran a volar con todo el potencial armamentístico listo para usar. Al final de la guerra, el número de bajas entre los pilotos de la ATA fue de 174, quince de ellas mujeres.
Las mujeres piloto de la ATA fueron conocidas en su momento como «Attagirls» y despertaron un gran interés mediático. No eran solo británicas; participaron como voluntarias en el cuerpo mujeres procedentes de Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Estados Unidos, Holanda, Argentina, Chile y Polonia.
Con la muerte de Mary Ellis, se cierra una página de la historia de estas mujeres pioneras, que vivirán en el recuerdo de quienes reconozcan cuánto aportaron a la lucha por la igualdad.
Imágenes | RAF Museum, RAF e Imperial War Museums.
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