Ya os dije en una ocasión que me encantaba fisgonear en las vidas de los protagonistas del mundo de la moda e imaginarme cómo es su día a día tras el glamour de los desfiles y de las fiestas. Este mes, la revista W me ha dado material para saciar esta hambre de intimidad: ha desnudado a Marc Jacobs (literalmente) y ha entrado en su apartamento. ¿Queréis ver cómo es la casa de este magnífico diseñador? Adelante, se puede pasar sin llamar.
Philip-Lorca diCorcia fotografía las estancias del apartamento que Jacobs tiene en París. Si algo destaca en ellas es la gran presencia de arte. Sabemos que el diseñador tiene interés por este mundo: como director creativo de Louis Vuitton ha colaborado con Takashi Murakami para reinventar el monogram de la centenaria firma francesa y, además, cada Navidad, decora sus escaparates con propuestas de artistas. Sin embargo, al ver su casa, sabemos que esta pasión va más allá.
Su biblioteca está dominada por una tela de Ed Ruscha, Heaven (1986), y una gran mesa de madera de Sixties Dominique. También en la sala de estar tiene un cuadro de Ruscha, Peach (1964), junto a otro de John Currin, The Go-See (1999). Y lo más fascinante: una escultura en forma de oveja de Lalanne. En su jardín, tiene dos sillas con forma de rana de la misma escultora; una pasada. Y, para demostrar que las formas del arte contemporáneo son inescrutables, en las escaleras, Jacobs ha colgado Paracetamol (2004) del reconocido Damien Hirst, una obra que recuerda un cartel publicitario, y que combina sin pudor con un cuadro de Richard Prince titulado Island Nurse (2002). Tiene otro del mismo artista en la habitación de invitados: Richard and Linda (2005). Realmente, la casa de Marc Jacobs es una casa-museo (no hace falta esperar a que él muera para convertirla en eso). Lo que no entiendo es por qué aparece desnudo en algunas fotos. ¿Será otra incomprensible exigencia del arte contemporáneo que ha obligado al fotógrafo?
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Vía | W