La lucha por los derechos de la mujer nunca ha sido fácil. Si hoy en día nos enfrentamos a desafíos que van desde la defensa del derecho a vestir como queramos al acoso online, hubo un tiempo en que la principal reclamación era el derecho al voto femenino. Las primeras mujeres que lo defendieron eran las sufragistas y, sobre ellas, han corrido ríos de tinta, películas, documentales, etc. Pero, ¿a qué se enfrentaron en su momento, allá por principios del siglo XX? Estos pósteres antiguos nos dan una idea de las dificultades que encontraron en su lucha.
Malas madres
El primer flanco que atacaban los enemigos del sufragio femenino era precisamente el del rol principal de las mujeres a lo largo de la historia: ser madres. Niños descuidados, que lloran por la ausencia de sus madres o (¡Dios no lo quiera!) que tienen que ser atendidos por sus sufridos padres protagonizaban esos primeros pósteres.
Y malas esposas, claro
Si las sufragistas dejaban mucho que desear como madres, era de esperar que también lo hicieran como esposas. La obtención de derechos de la mujer se entendía como pérdida de los mismos (o de privilegios, quizá) por parte de los hombres, que se veían obligados a asumir tareas domésticas o de cuidado de los hijos, mientras sus mujeres se divertían.
Violentas
Las sufragistas tenían fama de violentas, y los carteles así lo reflejan. Esa supuesta violencia tenía como destinatario, en muchas ocasiones, al sufrido esposo y como arma (no podía ser de otra manera), un rodillo de cocina.
El mito de la fealdad
Una de las leyendas más habituales sobre las sufragistas y, en general, sobre las mujeres que luchaban por sus derechos era el de la fealdad. Solteronas, feas y amargadas que odiaban a los hombres. Esa parecía ser la definición que se hacía de ellas. Y, por eso, sentían la necesidad de llevar los pantalones.
La otra violencia: las amenazas
Pero, por desgracia, no solo de violencia verbal o de prejuicios se sirvieron los enemigos del sufragio femenino. Las sufragistas sufrieron violencia real en muchas ocasiones, así como amenazas de alimentación forzada a aquellas que protestaban a través de huelgas de hambre. Por ello, estos pósteres resultan los más amenazadores de todos.
Para la mayoría de nosotras, por suerte, el sufragio femenino es un derecho que damos por hecho desde la primera vez que tenemos edad para introducir nuestro voto en una urna. Pero estas imágenes demuestran que el camino para conseguirlo fue largo, difícil y plagado de zancadillas y prejuicios.
Imágenes | Catherine H. Palczewski y June Purvis.
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