"Lagom" es una palabra que viene del sueco y significa algo así como "lo justo es lo mejor". Vamos, ni mucho, ni todo lo contrario, simplemente lo que tiene que ser. O en otras palabras: "lagom".
Pero lo mejor no es que hayamos aprendido otra palabra nueva, sino sus repercusiones. Vivir una vida bajo los preceptos del lagom significa llevar una vida más equilibrada y justa, controlando el consumo, huyendo de los escasos y tratando de reducir nuestro impacto medioambiental.
En el fondo, traducir "lagom" no es tan difícil, pero sí es cierto que no existe ninguna palabra en castellano que signifique exactamente lo mismo, quizá porque lo que cuenta es algo difícil de calcular algo que no es muy poco, ni demasiado, sino justo lo correcto.
La expresión en castellano que más se le acerca sería algo así como "ni mucho ni poco". Una forma de ver la vida algo más equilibrada y que se puede traducir en todas sus áreas: gastronomía, consumo, moda, ejercicio, ecología...
Los defensores del "lagom" practican la mesura en su justa medida.
Por ejemplo, llevarlo al terreno de la alimentación implica comer bien y sano la mayor parte del tiempo, pero sin obsesionarnos ni caer en la escasez o las dietas exageradas, compensando una comilona de campeonato con una cena ligera. En definitiva, el "lagom" en gastronomía significa llevar una dieta equilibrada y un control que compense los excesos, pero sin privarnos de lo bueno.
Pero este término también se puede aplicar al consumo, no comprar mucho ni poco, sino justo lo necesario, la cantidad precisa de comida, de objetos para el hogar... y sí, por qué no, de ropa o de cosméticos.
Un mismo vestido puede tener muchas caras cambiando los accesorios y no es necesario tener el baño repleto de cosméticos para que tu piel esté en perfecto estado de revista. Además es una forma de ser respetuosos con el medio ambiente, donde hay un claro objetivo de reducir nuestro gasto energético y de agua y así cuidar más nuestro medio-ambiente.
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