Estos exquisitos roscos de naranja, típicos de la localidad andaluza de Baza, tienen una textura que nos recuerda más a las galletas de pueblo. Es un dulce que deja ver la herencia de la dulcería islámica y sefardí con detalles como que la materia grasa sea el aceite y se aromatice con la fabulosa naranja. Además, son bien sencillos de preparar y aguantan en perfecto estado durante muchos días, si es que no se devoran antes.
Ingredientes
- Aceite de oliva virgen extra 125 ml
- Piel de naranja 1
- Huevo L 3
- Azúcar (y más para decorar) 200 g
- Zumo de naranja 125 ml
- Harina de fuerza 750 g
- bicarbonato sódico (1 y 1/2 cucharaditas) 8 g
- Sal (una buena pizca) 3 g
- Yema de huevo L (Para pintar)
Cómo hacer roscos de naranja de Baza al horno
- Tiempo total 1 h 15 m
- Elaboración 40 m
- Cocción 35 m
Freímos el aceite con la piel lavada de la naranja, procurando que no tenga mucha parte blanca, durante unos 10 minutos. Hay que dejar que salgan burbujitas alrededor de la piel pero sin que hierva en exceso. Dejamos enfriar y mientras vamos precalentando el horno a 180º C con calor arriba y abajo, y preparamos unas bandejas con papel antiadherente.
Batimos los huevos con el azúcar con una varillas a mano o con batidora eléctrica hasta que el azúcar se disuelva. Añadimos el aceite sin la piel y el zumo y batimos un poco más. Añadimos la harina tamizada con el bicarbonato y la sal, en varias tandas, mezclando con una cuchara de madera grande o espátula.
Amasamos ligeramente hasta tener una mezcla homogénea y lisa. Para que salgan roscos más idénticos, pesamos toda la masa y dividimos por el número aproximado de unidades deseadas. Es decir, unas 30-40, según tamaño. Cogemos pequeñas porciones pesándolas y formamos los rollos con las manos ligeramente engrasadas.
Se pueden hacer bolitas para formar el agujero central con el dedo, como cuando hacemos el roscón de Reyes, o estirar cilindros y unir los extremos. Distribuimos en las bandejas ligeramente separados, pintamos con la yema de huevo batida y espolvoreamos con azúcar.
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Horneamos una bandeja por vez entre 30 y 40 minutos, vigilando que no se quemen, ya que deben quedar dorados pero no excesivamente tostados. El tiempo dependerá del tamaño y el tipo de horno. Una vez fríos, podemos guardarlos en un recipiente hermético durante muchos días.
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