Pasos para un planchado impecable en tus camisas

Seguro que siempre te has preguntado cómo conseguir que tus camisas luzcan impecables después de pasarles la plancha. En Mensencia queremos explicarte con sencillos trucos los pasos a seguir para que tu plancha no deje ni una sola arruga a lo largo de tus camisas.

La camisa es quizá una de las prendas que más trabajo da a la hora de pasarle la plancha. Depende muchas veces del tipo de algodón que lleven, pero por norma general y aunque estén etiquetadas con la frase Easy Iron (fácil planchado) todas necesitan pasar por el calor y el vapor de tu plancha.

Los tiempos en los que tu madre, tu mujer o tu novia se encargaban del planchado de tus prendas de vestir ya es historia. Un hombre debe ser igual de capaz de realizar esa actividad, seguro que muchos de vosotros os habéis visto en el apuro o no os queda más remedio que hacerlo. A partir de ahora y con estos sencillos pasos el planchado se convertirá en algo que sólo querrás hacer tu.

Lo primero de todo y más importante es planchar sobre una tabla, olvídate de hacerlo en la mesa del comedor o de la cocina, el resultado será mucho peor y te costará acceder a zonas de la prenda que necesitan un cuidado especial. Recuerda que la plancha siempre ha de estar perfectamente limpia en la base, ya que si no puede mancharte la camisa.

Es importante que tengas siempre el depósito del agua lleno, el vapor juega un papel esencial a la hora de quitar las arrugas, así que regula la temperatura hacia su máximo y dispara vapor a discreción.

Empezaremos siempre por el cuello, si es tipo “botton down” desabróchale los botones, así será plachado por completo y el resultado será óptimo. El cuello de la camisa es uno de los elementos más importantes, presiona bien la plancha sobre el mismo varias veces hasta que quede tieso.

A continuación le toca el turno a los hombros. Para ello sitúa esta parte de la camisa en el borde delantero de la tabla, tal y como indico en la foto y desliza suavemente la plancha sobre ambos, primero el izquierdo y después el derecho, o viceversa. Si te acabas de comprar una camisa y te la quieres poner antes de lavarla realiza esta operación varias veces ya que el doblado que traen de fábrica viene muy marcado con las pinzas y alfileres que lleva.

Una vez que tienes los hombros listos, nos ponemos con los puños de las mangas, abriendo todos los botoncitos que lleva y comenzando el planchado por el interior de los mismos. Al igual que el cuello los puños llevan una tela doble, así que dáles calor sin piedad.

Asimismo repetiremos la misma operación con la parte exterior del puño y nos pondremos con las mangas. Primero las de un brazo y luego con las del otro. Este quizá sea una de las zonas con algo más de dificultad, ya que lo ideal es que la manga no lleve la raya que marca la plancha. Para ello debes intentar plancharla por dos lados.

Primero situaremos la manga en horizontal y pasaremos “el hierro” sin llegar a planchar la parte superior de la misma para que no nos marque la línea, después cogeremos la manga, giraremos la tela que no ha estado en contacto directo con la plancha y repetiremos la misma operación.

Como ves ahora ya tenemos tres zonas listas: el cuello, los hombros y las mangas con sus puños. Queda lo más importante, la pechera y la espalda. Son partes que delatarán si una camisa ha sido bien planchada, así que intenta esmerarte en el sprint final del planchado.

Para ello debes colocar primero la parte izquierda de la misma, es decir, la que lleva los ojales. Yo siempre comienzo por esta zona, una manía que tengo. Sitúa la pechera encima de la tabla como ves en la foto dejando el resto de la camisa colgando hacia el suelo. No sufras por el resto ya que se mantiene igualmente bien planchado.

Toda esta parte debe llevar una buena ración de vapor y calor. Cuidado con los pliegues del bosillo (si los lleva) y con la tablilla superior de los ojales, justo donde abrochan los dos primeros botones. Esta es una parte que se ve, ya que normalmente si no llevamos corbata los llevamos desabrochados. Fíjate e incide con la plancha como ves en la foto.

Repetiremos exactamente el mismo procedimiento con la parte de la dercha (la que llava los botones).

Por último nos queda la espalda, una parte fácil de planchar, basta con colocar la camisa boca abajo e ir extendiendo la superficie de la tela conforme la vamos planchando, no descuides la zona superior (la que lleva la etiqueta) y…voilá, una camisa impecable y perfectamente planchada.

Con la práctica te irás dando cuenta de que todos estos pasos tienen su porqué y su prioridad ante otros. Seguro que en breve tendremos en Mensencia unos expertos planchadores de camisas. Ahora sólo queda ponerla y lucirla como un auténtico gentleman.

Fotos | Luis Blas. Mensencia

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