Actualmente tenemos la cosmética convencional pero son muchos los adeptos a la tradicional cosmética natural, especialmente a la vegetal o fitocosmética. Los aceites esenciales son una parte de esta cosmética 100% pura, concentrada y de beneficios comprobados sobre nuestros sentidos.
Estos aceites son productos que contienen los principios volátiles de los vegetales que se extraen de diferentes partes de la planta: de las flores (rosa), de las hojas (eucalipto), de las raíces (vetiver) o de su madera, como el aceite esencial de sándalo, por ejemplo.
Son productos de composición compleja, resultado de una combinación de compuestos aromáticos que se extraen gracias a diferentes técnicas, algunas de las cuales se utilizan desde hace siglos.
Aparte de la extracción con disolventes o la maceración, los aceites esenciales se extraen por el procedimiento de destilación por arrastre al vapor.
La variedad y cantidad de compuestos químicos de esta combinación aromática es muy grande y viene dada por la misma madre naturaleza, perfectamente combinados. Su valor reside en la acción terapéutica y cosmética que podemos obtener sobre nuestro organismo.
Tienen una acción comun: todos son antisépticos y, además, cada uno tiene otra específica(o más de una). Pueden ser, por ejemplo, expectorantes, diuréticos o relajantes o estimulantes. A nivel cosmético, los aceites esenciales pueden tener una acción regenerante, antioxidante o reguladora.
En Mensencia hemos hablado ya de algunos de ellos, como el aceite esencial de argan, el de jojoba o de albaricoque.
Su poder es holístico: si los utilizamos adecuadamente, llega a nosotros a nivel farmacológico, fisiológico y psicológico. Los absorbemos en contacto con la piel y a través del olfato: deberíamos utilizar más la aromaterapia que los medicamentos convencionales para relajarnos por la noche (aceites esenciales de pino y lavanda) o estimularnos al despertar (la bondad de los cítricos).
Para los que piensan que estos productos resultan caros: se necesitan 15 kilos de flores de lavanda para pasarlos por el proceso descrito (y del que podéis ver el esquema en la foto principal) y obtener 100 gramos de aceite esencial.
Para esa misma cantidad, se necesitan 7 kilos de semillas de Clavo o 400 kilos de pétalos de Rosa Damascena: de ahí que los perfumes que duran, que son los que contienen más aceites esenciales y menos compuestos de laboratorio, sean más caros.
Os recomiendo que paséis por una buena herboristería o tienda que sepan de aceites esenciales antes de utilizarlos a la ligera. Una buena dirección puede ser L’Occitane o la Alqvmia: las dependientas están correctamente formadas.
Más información | Alqvimia, Florame
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