"Anna de Codorníu", mi concepto de la elegancia femenina. El exclusivo vestido de Lorenzo Caprile

El último día del año: 31 de diciembre de 2010. Se termina un año y una década, empezamos otro con la esperanza de que sea mejor. En este día nos negamos a perder la fe en tiempos mejores y brindamos con cava. Me niego a pasar una Nochevieja sin un brindis de burbujas.

La botella que tengo enfriando en mi frigorífico no es Anna de Codorníu pero hace días que me apetecía hablar del encantador spot publicitario que las cavas han realizado este año. Lo veo cada día en televisión y que me tiene fascinada. Por el entorno, por el vestido de Lorenzo Caprile y por la elegancia que ha sabido transmitir la modelo parisina Rebecca Miquel.

Es muy difícil definir lo que es la elegancia femenina, esa esencia exquisita en una mujer. Los de Codorníu lo han bordado con una perfección de detalles que solamente puedo decir: chapeau. Sé que es un spot, que todo está calculado pero aun así la elegancia no se pretende: se tiene o no se tiene.

El exclusivo vestido firmado Lorenzo Caprile

Más que vestidos, Lorenzo Caprile confecciona obras de arte. El modisto español utilizó para la confección de éste retales bordados en el taller de Albert Lesage y que pertenecieron a la diseñadora Madame Vionnet. Un homenaje a la alta costura francesa del siglo XX.

Es un vestido único, la exclusividad en mayúsculas. En el vídeo de la web oficial podéis ver cómo trabajan este delicado tejido un batallón de costureras especializadas. Un vestido hecho a medida, tela sobre cuerpo.

El bustier con escote corazón marca la forma del busto con una sutileza perfecta. La falda larga con vuelo y cola destaca por los mismos bordados que la tela del bustier y el efecto degradado de color. Los pliegues ajustados en la cadera se van ensanchando hacia el bajo de la falda. La espalda, descubierta.

El complemento del mismo tejido es una vaporosa estola que Anna lleva en la mano derecha. La cartera como bolso de noche es el accesorio más indicado.

Mi concepto de la elegancia femenina

La modelo va paseando por todos los rincones de la fiesta transmitiendo una elegancia que admiro mucho. Un exclusivo vestido largo con escote corazón acertadísimo en color y forma. No hace falta que sea sexy para destacar, no es imprescindible marcas curvas para estar espléndida: ser sensual no es ser sexy.

Pero un vestido no es elegante si la mujer que lo lleva no lo es también. Son sus gestos suaves y discretos, su andar tranquilo, su dominio de la larga falda del vestido con una sola mano. Lo mejor está en la expresión de sus emociones, la ausencia total de pretensión y las sutiles sonrisas que regala gustosa tanto a sus conocidos como a los desconocidos que se cruzan por su camino. Está presente pero no acapara la atención.

No lleva joyas, ni siquiera pendientes. No lleva maquillaje (aparente). La mujer elegante brilla con luz propia, no necesita de adornos superfluos. La elegancia se cultiva en el interior de cada uno, es un estilo con un sentimiento muy personal y privado. Seguridad, sencillez, discreción en la participación, incluso humildad. Es lo que yo entiendo por elegancia.

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