En 1875, Jules Louis Audemars instala su taller de relojería en la casa familiar de Le Brassus, en el valle de Joux, donde realiza movimientos complicados. Al asociarse con Edward Auguste Piguet unos años después, éste aportó 18 calibres complicados como inversión inicial.
La firma no tarda en conocer un éxito fulgurante, y su fama franquea las fronteras nacionales. Mientras Jules Louis Audemars no cesa de innovar con movimientos inéditos, Edward Auguste Piguet será uno de los primeros en crear filiales de venta en Europa y en América.
En 1882 la firma presenta un reloj de bolsillo de Gran Complicación. Diez años después crea el primer reloj de pulsera con repetición de minutos - unas de las complicaciones más difíciles de realizar -, lo que se convertirá en la especialidad de la firma. En 1921 presentan un nuevo modelo de doble desafío ya que a la complejidad del mecanismo de repetición se añade la de la miniaturización extrema de los componentes.
A lo largo de los años la firma continúa su insaciable búsqueda de la excelencia mecánica y propone en los años 1950 su primer calendario perpetuo para reloj de pulsera, otra complicación principal dominada por muy pocas marcas, incluso en la actualidad.
1967 ve florecer un nuevo récord con la creación del calibre automático con rotor central más plano del mundo (2,45 mm). Pero en 1972, Audemars Piguet trastornará para siempre los códigos de la relojería moderna con el Royal Oak, el primer reloj deportivo de lujo jamás realizado en acero; el que pronto se convertirá en un icono eterno enarbola un aspecto deportivo y potente, destacado por un muy emblemático bisel octagonal fijado por ocho tornillos hexagonales, una esfera con guilloché “Tapicería”, así como un brazalete totalmente integrado en la caja.
El Royal Oak lleva el nombre de un navío de la Armada Real Británica, cuyas troneras eran octagonales. A su vez, el barco había sido bautizado con este apelativo en homenaje al roble bajo el cual se refugió el futuro rey Carlos II en 1651 tras haber sido vencido por las tropas de Cromwel. El árbol se convirtió en un símbolo de protección y poder.
Jasmine Audemars, presidente de la firma, ha comentado:
Para Audemars Piguet, mantener la tradición no sólo es respetar el pasado. También es sinónimo de impulso hacia el futuro, de innovación y reinvención. Nuestra maison lo demostró en 1972 con la creación del Royal Oak, el reloj que tranformó los códigos de la Alta Relojería para convertirse en un icono contemporáneo.
La manufactura Audemars Piguet, que aún hoy sigue en manos de las familias fundadoras, se ha impuesto con su saber hacer y su dominio de las complicaciones, manteniendo su fidelidad al espíritu ancestral del Valle del Joux.
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