Quería viajar al Four Seasons de Londres, pero ya que está de obras y hasta el 2010 no abrirá, he decidido compartir con vosotros esta escapada a una típica casa georgiana en Inglaterra, donde los campos son eternos y donde el lujo del Four Seasons estaría presente. Y para ello, ¿qué mejor que San Valentín?
Eso sí, puede parecer rural pero tiene todas las comodidades de un hotel de cinco estrellas superior y con la posibilidad de estar en Londres en una hora. ¿Quién quiere ir a la City con tanto barullo si podemos disfrutar del campo británico?
Para San Valentín, el Four Seasons en Hampshire ha creado un pack especial con mucho champagne, cena y desayuno en la cama, aunque si quieres bajar al restaurante, nadie te lo impedirá. Además, el 14 de febrero coincide con el Aniversario del hotel, por lo que podrás pasar los próximos cinco años acudiendo en esa fecha con una reserva anticipada.
La Royal Suite cuenta con 225 metros cuadrados. Hay una inmensa habitación con muebles clásicos, recibidor, salón y un área de trabajo para los que no consiguen desconectar. De hecho, pueden ocuparla hasta cinco adultos, o cuatro adultos y un niño, según las familias. Desde 4.000 euros la noche.
La Mildmay Suite tiene 135 metros cuadrados de habitación. La ocupación es menor, pero las vistas son igual de espectaculares, en este caso, hacia el oeste. Desde 3.000 euros la noche.
El resto de las habitaciones, hasta un total de 14 modelos diferentes, son igualmente espectaculares y con detalles cuidados al milímetro, aunque no son son los 200 metros de habitación de las dos primeras. Puedes elegir la Ellis St. John Suite, William Godson Suite, Park Suite, Daneshill Suite, Belvedere Suite, Four Seasons Executive Suite, Oliver King Parlour Suite, Grand Manor Room, Manor Room, Heritage Room, Garden Room, Mews Room… estas últimas a menos de 1.000 euros la noche.
A parte de las vistas, de las habitaciones, de estar a una hora de Londres, de alojarte en San Valentín en el Four Seasons, puedes disfrutar de un increíble Spa con todas las comodidas: atención personalizada, tratamientos de alta cosmética, masajes, saunas, baños, mucho relax… por no hablar de las dos piscinas, de interior y exterior, y de toda la campiña que rodea este increíble hotel.
Para los que prefieran salir de la habitación, los rincones y salones con el mínimo detalle están perfectamente cuidados: chimeneas, relax al aire libre, rincones de inspiración árabe, salones de té, de copa y puro, de relax, de comunicación con el mundo exterior…
Eso sí, lo que más me ha gustado, a parte de las vistas de las habitaciones y de los baños desde la misma bañera, es el paseo en barca por el lago. Sé que hay hoteles que son barcos, pero esas vistas durante un atardecer, pueden ser el broche perfecto para una tarde.
Y si no, siempre puedes quedarte en tu habitación de 200 metros cuadrados… y disfrutar de un fin de semana de lujo.
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