Cuando hablamos de Chloé parece que estamos hablando de una firma joven, nueva, sobre todo por sus propuestas frescas, ligeras, fáciles de llevar, aptas para personas de todas las edades, pero nos encontramos con una firma que en septiembre de este año cumple ya 60 años. Toda una abuela que se resiste a envejecer, y que festejará el aniversario con una gran exposición, denominada Chloé Attitudes, en Le Palais de Tokyo de París. Un exposición que reune dibujos, fotografías y prendas de nueve grandes diseñadores que han pasado por la firma. La exposición contará también con una versión online que se lanzará en octubre. Y aunque el objetivo de Chloé Attitudes es mirar hacia el futuro, qué mejor momento para rememorar los grandes hits de la historia de Chloé.
Grandes nombres
Lo que ha hecho grande a una firma como Chloé es la entidad de los diseñadores que han pasado por ella. Desde su fundadora, de origen egipcio, Gaby Aghion, a la que debemos el término Prêt-à-porter (el objetivo de la firma fue siempre hacer lujo accesible, y se adaptó muy bien al espíritu revolucionario y rebelde de los años 60), pasando por Karl Lagerfeld (quien vistió en los años 60 y 70 a grandes mujeres como Jackie Kennedy definiendo el estilo de la firma), hasta llegar a Stella McCartney y Phoebe Philo, las cuales modernizaron la casa francesa a finales de los años 90 y principios de siglo.
Grandes clásicos
Siempre he tenido debilidad por esta marca (mi apodo se debe en un 50% a ella y el otro 50% a Chloë Sevigny). Suele marcar tendencias, pero aún así, sus diseños aguantan bastante bien el paso del tiempo. Me encanta su feminidad, su estilo sexy sin excesos, la libertad y despreocupación que desprenden las prendas, y lo evocador de sus campañas. A Chloé le debemos en parte que durante años el uniforme de la Alfombra Roja (y de ahí el uniforme de las bodas) sea un vestido largo con tirantes en colores llamativos.
Hoy en día todas tenemos un vestido blanco de corte lencero, con encaje o transparencias. Pero la marca los ha hecho excepcionalmente románticos y bonitos a lo largo de los años.
Personalmente, me enganchó muchísimo una colección realizada durante un vacío de poder. La de la primavera 2007. Phoebe Philo dejó la firma para tomarse un descanso por maternidad (y regresar triunfalmente en el caballo de Céline) y hasta que el brasileño Paulo Melim Andersson tomó las riendas, el equipo de diseñadores de la firma creó una colección deliciosa, repleta de vestidos babydoll profusamente adornados con pedrería, con una combinación de colores muy retro que me enamoró totalmente. Fue una colección ninguneada por la crítica pero que triunfó entre las famosas. Yo es que en moda siempre he pensado “dame un vestido bonito y déjate de historias“. Frívola que es una.
Durante la época en que todos los bolsos debían ser un bolso it y todos tenían su nombre y su apellido, Chloé creó varios bolsos con pedigrí: el Edith (mi favorito por su atemporalidad), el Paddington (con unos grandes candados, seguro que os acordáis porque fue imitado y clonado hasta el infinito y más allá), el Bay o el Paraty.
Esta exposición unirá aún más la imagen de Chloé a la de París. Una cita imprescindible.
Vía | Fashion Gone Rogue
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