¿Te encanta ir de tiendas? A mí también, aunque no tengo tiempo para dedicarme en cuerpo y alma a ello. A lo largo de los años, mi experiencia como adicta a las compras buenas, bonitas y baratas, he perfeccionado mi técnica para comprar con cabeza y no comprar por comprar. Podríamos decir que existen una reglas de oro para comprar bien, porque no hay nada que más rabia me dé que una prenda se quede con la etiqueta puesta muerta de risa en el armario.
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Busca ropa que sea de tu talla. No sirve de nada pensar que adelgazarás o que te niegues a comprar una tala 40 porque toda la vida has llevado la 38. Ponte lo que te quede bien.
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Busca las tendencias que te favorezcan. A todas nos gusta ir a la última, pero hay cosas que son para nosotras y cosas que no, así que no te empeñes en ir con transparencias como Kim Kardashian, seguro que hay una tendencia con la que sacarte mejor partido.
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Busca prendas que sean versátiles. Es decir, que lo mismo te valgan para ir al trabajo que para el fin de semana, para el invierno, para la primavera. Por supuesto, no todas las prendas pueden servir para todo, pero cuantas más posibilidades tengas de lucirla, mejor.
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No te cortes en gastar más en prendas de fondo de armario. En las prendas clásicas debería primar la calidad sobre la cantidad. Mejor una falda negra que te quede genial y que tenga buen aspecto que no tres faldas cutres. Así simplificarás también las posibilidades cuando tengas que hacer la maleta.
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Si tienes un evento especial y quieres comprarte algo nuevo, piensa en las posibilidades de reutilizar después esa prenda. Una chaqueta con pedrería puede servir para una boda y después, combinada con pantalones negros, servir para el día a día. No todo es posible de ser reutilizado, pero cuantas más alternativas tengas para esa prenda, mejor.
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La regla del tres. Para ver las posibilidades que tiene una prenda, piensa en tres prendas de tu armario con las que combina bien esa nueva adquisición. Así le sacarás el máximo partido. Y no, no vale comprarte otras tres cosas nuevas porque no tienes nada con qué ponertelo, esa no es la cuestión.
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Busca prendas que sean aptas con el tipo de vida que llevas. No tiene sentido comprarte unos stilettos de 10 centímetros si te pasas la vida corriendo de un lado para otro y no sueles salir de noche. O un vestido de fiesta monísimo si no tienes una boda próxima.
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Comprueba que te queda bien en la tienda y en casa. Pruébate la prenda, mírate bien con el espejo de casa (y no en los incómodos probadores de las tiendas, que muchas veces tiene los espejos modificados), y decide si de verdad te queda bien y si te combina con el resto de tu armario, no tengas miedo por devolver una prenda con la que no estés 100% segura.
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Decide si es la mejor alternativa posible. ¿Merece la pena gastarse 150 euros en un vestido estampado que usarás poco o en un bolso que vas a utilizar casi todos los días? Reflexiona antes de comprar y gastarte el dinero. Cuesta mucho ganarlo, así que hay que pensar bien antes de sacar la tarjeta de crédito de paseo.
Hay que comprar bien, comprar con ojo y hacer menos compras derrochonas. El verano está a la vuelta de la esquina y necesitamos ahorrar para pegarnos unas merecidas vacaciones. Yo cada vez soy más prudente a la hora de gastar y de comprar, así las prendas que tengo en el armario me gustan muchísimo más.
Foto | Cordon Press, Westfield mall retail
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