Si cada mañana es lo mismo, si cada día te despegas con dificultad de la cama, sales gimiendo y cuando te miras en el espejo tras la ducha sigues teniendo cara de muerto o tienes que arrastraste por la ciudad hasta tu puesto de trabajo y dejas pasar el día sin hacer nada de relevancia, puede que seas un zombie laboral y no lo sepas. Pero hay muchas más señales de alarma. Y también soluciones, claro.
Todos tenemos un día malo en el trabajo. Incluso un día mortalmente aburrido. Pero cuando la dinámica diaria es que los días pasen y tú sientas que no has hecho nada productivo, que podrías haber dejado el cerebro en la mesilla de tu casa o que lo que haces lo podrías hacer dormido, estamos ante un grave problema. O más bien, estamos ante un zombie laboral.
Principalmente estamos hablando de situaciones profesionales en las que la persona tiene la impresión de que no está haciendo nada realmente importante con su trabajo. Y la consecuencia lleva primero a la falta de motivación, luego a perder el compromiso con su labor y por último, a dejar pasar los días en la oficina sin hacer nada de relevancia, sin implicarte, pero quemándote mucho. O muriendo por dentro. Vamos, como un auténtico zombie.
¿Cómo nace un zombie laboral? ¿Es contagioso?
Uno no se convierte en zombie de la noche a la mañana. No hace falta que te muerdan el cerebro ni que te inyecten ninguna sustancia especial. Es un proceso que puede durar mucho tiempo, meses o incluso años y está relacionado con los largos y farragosos procesos laborales, con una tecnología que no siempre acude en nuestra ayuda y con el ambiente de trabajo. Y sí, es muy contagioso.
Primer síntoma: el papeleo, la burocracia y los mails te comen vivo.
Un estudio realizado por el portal Workfront en el año 2014 entre más de dos mil empleados de grandes compañías llegó a la conclusión de que dedicaban hasta el 45% de su tiempo total a trabajar y… ¡el 55% a hacer cosas como lidiar con tareas administrativas, reuniones improductivas y contestar el mail!
Este estudio llegó también a la conclusión de que ocho de cada diez empleados se sentían profundamente afectados por dedicar tanto tiempo a este tipo de trabajo improductivo y que cuatro de cada diez sentían cómo afectaba a su productividad (en comparación con la falta de comunicación o las discusiones, que sólo registraban un 3%)
Segundo síntoma: tu capacidad de concentración está en coma.
Otro interesantísimo estudio llevado a cabo por la profesora Gloria Mark de la Universidad de California llegó a la conclusión de que otro de los problemas que provocan que nos convirtamos en trabajadores sin alma y sin capacidad para concentrarnos en nuestra tarea es que nos interrumpen cada tres minutos aproximadamente. Según la profesora Mark se necesita una media de 23 minutos para conseguir volver a concentrarse en la tarea que estábamos realizando. Vamos, una labor titánica que puede dejar muerto a cualquiera, especialmente a nuestra capacidad para llevar a cabo cualquier tarea útil. Por no mencionar que hacernos cargo de todo el correo (o mensajes a través de sistemas como Slack) puede llevarnos hasta una cuarta parte de nuestra jornada laboral.
Tercer síntoma: sientes que no tienes posibilidades de llegar a ninguna parte.
Sí, es para darse de cabezazos. Y los empleados zombies suelen ser los pobres que se van dando de cabezazos en la oficina, intentando solucionar un marrón. Y luego otro. Y luego otro. Y luego otro… sin llegar nunca a la meta o al proyecto al que aspiran pertenecer. El resultado es que al final del día se dan cuenta de que han perdido todo el tiempo en la oficina sin hacer nada y sin acercarse al objetivo por el que están allí y que es mucho mayor que cobrar un sueldo.
Cuarto síntoma: tu jefe te da mala vida.
En muchos casos, el bajo rendimiento de un trabajador no es exactamente responsabilidad suya. Según Jamie Gerdsen, autor del libro Zombies Ate My Business: How to Keep Your Traditional Business from Becoming One of the Undead, la responsabilidad recae sobre la dirección y los mandos intermedios, que no dejan claras las expectativas ni aportan una dirección clara a su equipo o feedback para que realicen su tarea en condiciones.
Quinto síntoma: consideras que tu empresa no te valora.
No sólo trabajamos por el dinero, es así de sencillo. También existe el reconocimiento y la auto-realización. Pero si en la ecuación falla alguno de estos elementos es fácil caer en la desmotivación y sentir que estás trabajando "para nada".
Sexto síntoma: te faltan herramientas para hacer tu trabajo bien.
Y no tenemos por qué referirnos a la tecnología, sino más bien a todos esos elementos que favorecen un clima de cooperación entre empleos y que contribuyen al mejor desarrollo de los proyectos a largo plazo. Elementos como flexibilidad, adaptabilidad y especialización de cada puesto de trabajo particular, favoreciendo que los empleados puedan construir comunidad dentro de su empresa, compartir información, conocer gente y customizar procesos. Carecer de este tipo de herramientas contribuye a que el empleado sienta que está yendo hacia ninguna parte... o que deje de aportar.
Séptimo síntoma: estás rodeado de zombies que te contagian su actitud.
Estar rodeado de personas con una actitud realmente negativa es muy contagioso. Y no hace falta que sean violentos. Estamos hablando de esos compañeros que no se presentan en las reuniones, nunca llegan a las fechas de entrega, traspasan sus marrones o simplemente, se comportan como auténticos "working dead" porque nunca aportan ideas, no hablan con nadie, no piensan las cosas, etc. Ese tipo de actitudes envenenan el ambiente en general y pueden llegar a afectar hasta al empleado más entusiasta.
Hay soluciones para no ser un trabajador muerto-viviente.
1.- Tu prioridad número uno debe ser cerrar un tiempo fijo para atender la parte más importante de tu trabajo, tu proyecto principal, vamos, lo que te hace sentirte realizado. Lo mejor es dedicarle un rato a primera hora de la mañana, cuando tu cerebro está al cien por cien y te sientes menos cansado. Apaga el teléfono, olvida el ordenador, los mails y el chat de empresa y busca un refugio donde nadie te encuentre o te interrumpa.
2.- No pierdas el tiempo contestando todos y cada uno de los correos o mensajes que recibes. Y no pasa nada si no contestas. No tienes por qué estar todo el tiempo demostrando que estás trabajando realmente duro. Es mucho mejor trabajar de verdad y comunicarte directamente sólo con la gente que necesite tu respuesta. No te pierdas en derroteros por quedar bien…
3.- Si quieres sacar un proyecto adelante y no enredarte con pasos intermedios, reuniones pesadas e interminables cadenas de mails o llamadas, invierte en crear una plataforma en la que todos los participantes puedan entrar y actualizar la información necesaria. Una manera de contribuir en paralelo al objetivo general que no te hará perder tanto el tiempo.
4.- Habla con el equipo de RRHH de tu empresa para ver tu proyección.
5.- Busca cursos online para renovarte y aportar cosas nuevas a tu trabajo.
[
](https://www.instagram.com/accounts/login/?next=https%3A%2F%2Fwww.instagram.com%2Ftrendencias%2F)
En Trendencias | Lo que tu trabajo te puede enseñar sobre tu relación de pareja
Ver todos los comentarios en https://www.trendencias.com
VER 0 Comentario