Si todavía no te has recuperado del shock cultural de descubrir que en Suecia son como Joey Tribbian y no comparten la comida, no nos hacemos responsables de cómo se te quede el cuerpo cuando escuches lo de Holanda... En España (y en el sur de Europa, en general) somos muy de ofrecer comida y bebida en cuanto un invitado cruza la puerta de casa o hasta de pelearnos por pagar la cuenta. Sin embargo, los nórdicos no son son los únicos europeos que tienen fama de pertenecer a la hermandad del puño cerrado y una twittera española en el extranjero lo ha experimentado en sus propias carnes.
Amalia (@trufa_a) se ha hecho viral gracias a un hilo de Twitter en el que habla de "la gente más rata que se ha encontrado" viviendo en Holanda y de los momentos que la han hecho "cortocircuitar totalmente". Y la verdad es que a nosotras también solo de leerlo.
La cosa empieza fuerte con una chica que le hizo una petición de transferencia bancaria después de dejarle 10 céntimos en una ocasión en la que a Amalia le faltaba esta cantidad para pagar una bolsa de plástico. Si la española casi que le hizo un favor de quitarle calderilla...
Sin embargo, pudo constatar que lo de ser rancio no era un rasgo de la personalidad de aquella persona en particular. En esta ocasión la protagonista es una compañera de clase con la que, en un descanso, fue a tomarse un café. Ella se pidió un café solo y Amalia con leche. La primera vez pagó la holandesa y la segunda, una semana después, la española. Sin embargo, en esta ocasión le pidió que le devolviera 30 céntimos porque su café, al ser solo, había sido más barato en ambas ocasiones.
La generosidad también ha brillado a menudo por su ausencia cuando los holandeses la han invitado a cenar a en sus casas. Como ejemplo ilustrativo cuenta que le sirvieron una sola copa de vino y de postre una sola galleta, tras lo que la anfitriona procede a llevarse el paquete. Aunque más flagrante aún fue cuando, tras preguntarle si quería beber algo, Amalia pidió un café pero la anfitriona le dio té porque "las cápsulas de café son más caras que las bolsas de té".
No obstante, no solo ha podido comprobar estas diferencias culturales con sus amistades locales, también las ha observado desde fuera trabajando en la hostelería. Señala el caso de una clienta que, después de tomarse un trozo de su pizza, pidió que le añadieran un ingrediente extra. Lo curioso llegó cuando "al llevarle la cuenta pidió que quitara 40 céntimos que correspondían al trozo que se había comido antes de pedir el ingrediente extra".
Más cómico aún fue el día que relata en que una pareja fue a cenar al sitio donde trabajaba y querían pagar a medias una cuenta de 40,75. "Acabaron discutiendo porque 0,75 céntimos no se pueden dividir entre dos y ninguno de los dos quería ser el que pagara 1-2 céntimo más. Imaginaos mi cara sujetando el datáfono.", apuntilla divertida.
Eso sí, aclara que no todos los holandeses así aunque, en general, son "super ratas, individualistas y con la cabeza metida en el culo". Algo que queda claro con lo que le contesta otra usuaria de la red social que asegura haber vivido en Holanda gran parte de su vida y que terminará por hacerte perder la fe en la humanidad:
"A mí me cobraron por entrar a mear en el baño de UNA CASA en la que estaba invitada a cenar. Lo mismo que por entrar a un baño público, la mujer pidiendo los 2 eurillos como si fuese el Mcdonald's".
Foto de portada | iStock
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