La ficción de Disney+ se ha llevados seis galardones y, aunque nos encanta Jeremy Allen White, algo no nos encaja
Cuando vi 'The Bear' por primera vez me pareció que tenía algo de 'Los Soprano' y algo de 'Pesadilla en la cocina'. No lo digo como algo malo. Soy de las que defienden que, 17 años después del final de la mítica serie de HBO, ninguna otra ha conseguido desbancarla como la mejor de la historia (aunque 'Succession' haya estado muy cerca). Y qué decir de los realities de cocina, que son como las croquetas y gustan a todo el mundo. Sin embargo, de ahí a que la segunda temporada de 'El Oso' mereciera ser reconocida por la Academia con el Emmy a Mejor serie de comedia... Sujétame el vaso.
Partiendo de la base de que los Emmy son unos galardones a la excelencia en la industria de la televisión estadounidense, y sin creer yo que mi humilde opinión valga más que la de los académicos que han decidido reconocer a 'The Bear' con seis estatuillas, muy probablemente no sea yo la única que piensa que la serie de Jeremy Allen White está sobrevalorada.
Primera temporada espectacular, segunda mediocre
Para empezar, quiero dejar claro que mis críticas aplican principalmente a la segunda temporada de 'El Oso', la serie acaba de ganarse el Emmy a mejor serie de comedia de 2023 por la primera entrega. Indiferentemente de este detalle, no laconsidero a la altura de tal premio y en dicha categoría.
La segunda temporada de una serie que ha enamorado a crítica y público siempre es complicada. Significa demostrar, bajo tremenda presión y expectativa, que la propuesta es solida y que el éxito no se debe solo a la sorpresa y la novedad. Un factor con el que ya no cuentas.
'The Bear' planteó un interesante punto de partida en un mundo poscovid en el que muchas de nuestras convicciones sobre el éxito y el fracaso han cambiado. De este modo, el guion explora qué sucede cuando un chef prodigio rechaza ser el número uno en su campo para volver a su ciudad de provincias y cambiar la alta cocina por un negocio mugriento de bocadillos.
Esto es algo que hace, además, no solo por el motivo sentimental de que se lo haya legado su difunto hermano sino también porque parece no resignarse a aceptar que no haya alternativa al ambiente tóxico, tiránico y deshumanizador que ha respirado en las cocinas de los restaurantes más top del mundo.
Hasta aquí todo genial porque, encima, la premisa se completa con un ritmo que replica lo frenético del backstage de la hostelería y consigue que el espectador se sienta uno más en la cocina. Además de unos personajes hechos para que les cojas cariño y un muy buen reparto dándoles vida.
Ahora bien, la continuación de la historia con la segunda temporada es como un barco a la deriva que, en líneas generales, aburre soberanamente. A mí me dejó esperando una tercera, pero no por ganas de más sino por darle última oportunidad y decidir si continuo viendo la serie hasta el final o no. Y, por ahora, la balanza se inclina más hacia la segunda opción. Ojo, que se vienen spoilers.
Qué divertido es trabajar sin poder parar
Mucho se ha discutido ya de que la introducción de un interés romántico para Carmy está metido como con calzador en la trama de esta segunda temporada y que, encima, han creado para ello a una auténtica Manic Pixie Dream Girl salida de una fantasía masculina de manual. Sin embargo, el verdadero y auténtico problema es la ideología contradictoria de la serie.
De este modo, mientras que parecía que 'The Bear' venía a replantearse esa cultura laboral explotadora y falsamente meritocrática que siempre nos han vendido los estadounidenses, lo que ha pasado realmente es que nos la han metido doblada.
Los personajes ni concilian vida laboral y familiar ni parecen aspirar a ello. Han aprendido de Carmy que la excelencia pasa por obsesionarse con lo que hacen y que todo lo demás pase a un segundo plano. Así, trabajan jornadas que exceden las contratadas y por un salario inferior al de su valía, solo porque tienen una fe ciega en que el esfuerzo acabará dando frutos y se convertirán en la monda lironda en algún momento. Eso sí, al menos sí hay un esfuerzo por acabar con los gritos y el trato irrespetuoso (faltaría menos, también te digo).
El mayor ejemplo de toda esta tesis es que, cuando el propio Carmy se permite no solo dedicar su tiempo al restaurante que está montando y darle espacio a su Manic Pixie Dream Girl particular, acaba encerrado en la cámara frigorífica durante la noche de inauguración. Lo que lo convierte en un lastre para sus compañeros que compromete el éxito propio y el de todos los demás...
Así que opino que, aunque lo parezca en formato, 'The Bear' no aporta nada nuevo en fondo a la ficción televisiva, pareciendo en muchas ocasiones un publirreportaje neoliberal pagado por la patronal de los hosteleros. Además de que, por todo lo dicho, de comedia no tiene mucho. Por el momento, yo solo le daría el premio a la más sobrevalorada.
Fotos | Disney + Plus
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