Cinco miedos que he tenido alguna vez en la cama y cómo los he superado

Soy ese tipo de personas que no se avergüenzan al hablar del Satisfyer y sus bondades en las cenas de Navidad con sus amigas. Me enorgullece decir que los juguetes sexuales forman parte de mi vida y que cada día me esfuerzo por romper más tabúes en mi vida que me condicionan.

Pero no siempre fue así. He tenido miedos (muchos) y he descubierto el sexo de una manera que al principio, ni imaginaba. Vencer los temores en la cama es un trabajo con el que continúo día tras día y que me ayuda a seguir conociéndome, aunque no fue siempre un camino de rosas. Estos son los cinco miedos más importantes que he tenido en la cama y cómo he conseguido superarlos.

Miedo a hablar de lo que realmente me gusta

El día que entendí que la comunicación no solo es vital en una relación de pareja, sino imprescindible en cualquier relación sexual (incluso en las esporádicas). “Si una persona no se responsabiliza de su propio placer primero, nunca va a estar satisfecha sexualmente”. Esta frase de la sexóloga María Esclápez en su libro Inteligencia Sexual me cambió por completo la percepción de mi propio placer.

Inteligencia sexual: Practica sexo inteligente. Desarrolla tu potencial sexual (Estilo de vida)

Comprendí que como persona tengo responsabilidad en mi propio placer y la única forma de que mi pareja sepa lo que me gusta, es diciéndoselo. Explicar qué me gustaba cambió mis encuentros sexuales. Podríamos pensar que todas las mujeres somos iguales y nos gusta lo mismo. Ni mucho menos. Hay a quien le gusta la pizza con piña y hay quien lo considera un sacrilegio gastronómico. Hay quien disfruta corriendo una maratón y quien solo con pensarlo, se encuentra hasta cansada. Cada persona es única y su placer, también.

Por desgracia, nadie tiene una bola de cristal para adivinar qué el roce en la parte de atrás de las rodillas es algo que te vuelve loca. Es cierto que si tu pareja mejora su observación y percibe tu placer a través por ejemplo de tus gemidos o de cómo se te eriza la piel, podrá acertar en alguna ocasión, pero si quieres algo: dilo.

No voy a estar a la altura de lo que espera. Miedo a no ser suficiente o a fallar en la cama

Responsabilizarnos del placer de nuestra pareja es un error más que común en las relaciones sexuales, tal y como hemos visto en el primer punto de los miedos, cuando hablábamos de la responsabilidad que cada uno tiene en su propio placer. Y el miedo a fracasar, algo muy común, pero ¿se puede fallar en una relación sexual?

Desde luego yo al principio pensaba que sí y estaba más que pendiente de que la experiencia fuera perfecta para mi pareja costase lo que costase. Según afirma de nuevo María Esclápez “somos tan altruistas en la cama que preferimos dar placer cueste lo que cueste, a pesar de que nos cueste nuestro propio placer”. Y ahí entra en juego el egoísmo positivo del que habla la sexóloga y que a mí, me cambió mi manera de ver mis relaciones.

Tenemos el mismo derecho al placer que tiene nuestra pareja, y ese egoísmo no es algo malo. No significa que nos volvamos insensibles a las necesidades de los demás, sino que pongamos en valor las nuestras también, utilizando una comunicación asertiva. Según nos explicó la psicóloga Elena García Vega se trata de “una comunicación sana, basada en hablar desde el yo pero respetando al otro”.

¿Qué va a pensar de mí? Miedo a ser juzgada

En mis primeras relaciones sexuales siempre tuve miedo a decir lo que me apetecía, lo que me gustaba y hasta las fantasías que me gustaría cumplir por el miedo a ser juzgada. ¿Pensará que soy una golfa? La idea me perseguía y casi terminaba practicando la estrella de mar para evitarlo.

Un día entendí que la opinión que el resto del mundo tuviera de mí no era algo que debía obsesionarme, y que lo que importaba es que al mirarme al espejo ese reflejo hiciera que me sintiera orgullosa. Debía respetarme y quererme y no ser yo la primera que juzgara mis propios actos. En este punto, la propia percepción de mí y de lo que era luchaba directamente con la idea de “mujer”, sexualmente hablando, que era la más aceptada socialmente hace unos años.

Figuras feministas como Virginia Wolf me ayudaron a abrir los ojos con frases como que “es mucho más importante ser uno mismo que cualquier otra cosa”. Esta soy yo y no tengo por qué avergonzarme de mi deseo ni tenerle miedo a mi placer. Igual que no tenemos que tenerle miedo a las críticas que podamos recibir de otras personas.

No voy a gustarle. Miedo a mostrar mi propio cuerpo

Te mentiría si te dijese que es un miedo que ya he superado del todo. La imagen que tengo de mi propio cuerpo no es idílica y es algo que en muchas ocasiones me ha condicionado a la hora de mantener relaciones sexuales. No querer mostrarlo o estar más pendiente de pensar en lo que pensará mi pareja de mi cuerpo que en el placer que puedo sentir o estoy sintiendo es un problema que, por suerte, estoy logrando vencer.

Hacerlo con la luz apagada e incluso en mis peores momentos evitar casi el contacto, han sido las consecuencias de una mala relación con mi propio cuerpo. La clave para superarlo, en mi caso, fue acudir a un profesional (un psicólogo) que me dio herramientas para mejorar la relación con mi cuerpo. Nuestra psicóloga Iria Reguera ya nos hablaba de la importancia de querer y tratar bien a nuestro cuerpo y explicaba algunos trucos para conseguirlo, como por ejemplo hacernos más conscientes de todo el placer que puede aportarnos.

Aceptar los cumplidos, por ejemplo, es algo que me ayuda a verme más sexy, más atractiva y más segura de mí misma, algo que aleja ese miedo a mostrar mi cuerpo, con sus virtudes y defectos, pero tal y como es.

No quiero probar nada nuevo. Miedo a explorar mi propia sexualidad

Soy una apasionada de la gastronomía. No me lo pienso dos veces cuando frente a mí hay un plato de comida que nunca antes he probado. Entonces, si soy fan de investigar y probar cosas nuevas en el terreno gastronómico, ¿por qué tenía pánico a probar cosas nuevas en el terreno sexual?

Hace años mi vida sexual se reducía a: mismo día, misma hora, mismos juegos y misma posición. Ni siquiera me permitía investigar con mi propio cuerpo y cuando me masturbaba todo era sota, caballo y rey. Ese miedo a que algo no me gustara o me resultara incómodo desapareció en el momento en que me di cuenta de que el sexo mejora si nos centramos solo en disfrutar.

Puedo probar algo que me encante, como me pasó la primera vez que comí ostras, o probar algo que no me termine de gustar, como la primera vez que me metí un insecto en la boca. Lo vital para mí es siempre ser sincera con lo que me hace disfrutar, y comunicárselo a mi pareja y que todo lo que hagamos en la cama sea consensuado y desde el respeto absoluto, siguiendo el movimiento del positivismo sexual.

La información es poder y en mi caso, me da una seguridad abrumadora saber cómo funcionan las cosas. El miedo a explorar en el terreno sexual se disipó cuando comencé a explorar mi cuerpo y mi placer.

Fotos | Mathilde Langevin, Taylor Brandon, Haley Phelps, Toa Heftiba y Jonathan Borba en Unsplash

Ver todos los comentarios en https://www.trendencias.com

VER 0 Comentario

Portada de Trendencias