Existe una frase para frenar el comportamiento pasivo-agresivo. La usan las personas con inteligencia emocional según un experto

Dentro de las relaciones existen varias maneras de comunicarnos como nos explica la psicóloga Mamen Jiménez, el estilo pasivo, el agresivo, el pasivo-agresivo y el asertivo. Lo ideal sería que todos pudiéramos comunicarnos con asertividad en todos los ámbitos de nuestra vida, como en el trabajo o con nuestra pareja, pero no siempre es así. Uno de los más peligrosos es el estilo de comunicación pasivo-agresivo que puede llegar a acabar con tu relación.

Cuando hablamos de conductas pasivo-agresivas lo hacemos de “un patrón que consiste en expresar sentimientos negativos de forma indirecta en lugar de abordarlos abiertamente. Hay una desconexión entre lo que la persona que presenta la conducta pasivo-agresiva dice y lo que hace”, tal y como explican en Mayo Clinic. Un ejemplo para que lo entiendas mucho mejor. Tu pareja te pregunta “qué te pasa" y tú contestas “nada", aunque te muestras molesta. Lo que has dicho y lo que en realidad ocurre no coinciden. Estás enfadada con tu pareja pero no te muestras clara.

A pesar de que puede parecer inofensivo, el estilo pasivo-agresivo es una forma de manipulación. Y aunque para la persona que lo hace puede parecer que es la fórmula mágica para llegar a un objetivo, lo cierto es que lo que hace es generar malestar y rechazo en la otra persona. Pero según John Bowe experto en oratoria y autor del libro ‘I have something to say’, ese comportamiento pasivo-agresivo de manual es un clásico de las personas con problemas para gestionar las emociones y manejar los conflictos.

En su experiencia a lo largo de los años, tal y como explica a la CNBC, descubrió que las personas inteligentes tienen una fórmula para frenar ese comportamiento pasivo-agresivo casi de forma instantánea y solo con una frase.

Cómo frenar el comportamiento pasivo-agresivo de otra persona con solo una frase

La forma de neutralizar este tipo de comportamientos es con acciones contrarias a lo que percibimos de la persona pasivo-agresiva, siendo rápidas y comunicándonos de manera directa. Y sí, sin enfadarnos ni mostrarnos a la defensiva. Lo primero es buscar un ambiente privado para hablar, para que os sintáis cómodos. Si estamos en casa con familia, puede ser en una habitación en la que solo estéis los implicados, o si es en el trabajo, en una sala en la que no haya gente.

Una vez a solas, chequea tu lenguaje corporal y como explica el experto, asegúrate de estar relajada. Queremos transmitir que nos preocupa la otra persona y si nos mostramos rígidas (con los hombros levantados, los puños apretados o los brazos cruzados en el pecho), estamos dándole una señal equivocada.

Y ahora llega la gran pregunta: ”¿Puedes decirme qué te molesta?”.

Tan importante es la pregunta como escuchar lo que viene después. Puede que sea fácil y al sentirse en lugar seguro y escuchada, la persona te cuente qué le ha molestado. Si ha sido algo que hayamos podido hacer o decir, aunque no lo entendamos, lo más natural es que si tenemos responsabilidad afectiva asumamos que hemos podido hacer algo que moleste a la otra persona (aunque sea sin mala intención) y nos disculpemos con ella.

Pero el experto matiza algo que deberíamos grabarnos a fuego: “Una disculpa verdadera y poderosa nunca incluye una excusa o una defensa. Concéntrate en lo que hiciste mal y nada más.” No pienses que es obvio que lo sientes. La otra persona necesita sentirse validada, escuchada y sí, reparada, así que dilo en voz alta y de forma sincera. Nada de excusarte ni de reprocharle que no te lo haya dicho antes. El objetivo no es tener razón ni ganar, ni demostrar que la otra persona se equivoca. Solo queremos restaurar un espacio de conversación seguro en el que podamos hablar de lo que ocurre con sinceridad.

Si hace falta, tómate unos segundos para pensar y agradece que te lo haya contado. Y si por lo que sea no quiere hablar de ello en ese momento, podéis aplazarlo. Házselo saber. “Si ahora no te apetece hablar de ello, podemos retomar la conversación después de comer y así puedes contarme qué ocurre y cómo podemos arreglarlo”.

Si eres tú la persona pasivo-agresiva déjame decirte algo desde el prisma de alguien que lo ha sido durante mucho tiempo y que está trabajando para remediarlo: la persona que está delante de ti no tiene una bola de cristal. No sabrá lo que le pasa si no se lo decimos y lo más normal es que te pregunte porque tiene la voluntad de ayudarte. Quiere solucionar lo que sea que pasa. Déjate ayudar y habla de forma sincera porque hablar y comunicarse es la única manera de resolver un conflicto, ya sea en pareja como en cualquier otra relación.

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Fotos | El diario de Noa

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