Con la verdadera revolución sexual femenina arrancando, mientras por una parte todavía estamos en fase de librarnos de un montón de prejuicios, miedos y tabúes, por la otra ya llevamos años con cada vez más información de cómo debemos comportarnos en la cama, disfrutar más, hacer disfrutar más y en definitiva, salir de un pasado en el que la norma era ser casta y pura, para caer en un presente en el que sigue imponiéndose una forma “correcta” de hacer las cosas, aunque ahora apunten en una dirección totalmente opuesta.
La cuestión es acabar sintiéndote un bicho raro, porque te gusta mucho el sexo, porque te gusta poco, porque estás loca por probarlo todo o porque eres más clásica que Frank Sinatra… Y es que a veces se nos olvida esa frase tan manida de que cada persona es un mundo y no tiene ningún sentido pretender rendir cuentas con nuestro entorno de algo tan íntimo como son nuestros gustos sexuales. ¿Nos vamos a dejar acomplejar? Ni de broma.
Ni salida, ni estrecha, ¡no me juzgues!
No hace tantos años, cuando una mujer sentía más deseo sexual que su pareja ya se la tachaba de ninfómana. Hoy en día esta palabra corresponde, según la CIE (publicada por la Organización Mundial de la Salud) a las féminas que padecen adicción al sexo, al igual que la satiriasis sirve para denominar a los hombres a los que les ocurre lo mismo.
Aun así, para una gran mayoría, seguimos ancladas en los estereotipos de que una chica que se acuesta con muchos chicos es una fresca (sí, quedémonos con la opción fina), mientras que un chico que liga con muchas es un campeón. A la vez nos llegan todo tipo de mensajes opuestos, en la publicidad, los medios, con la familia, los amigos… Desde el “No seas fácil o ningún hombre querrá nada serio contigo” hasta el “Cómo ser infiel a tu chico, ¡con una chica!” pasando por “Los 3.227 tips super hot para montártelo mejor que una actriz porno”.
Contradicciones everywhere
¿Es para volverse loca? Sí. Sobre todo teniendo en cuenta que a la hora de la verdad, aunque el poliamor, las relaciones abiertas, la homo/bisexualidad, el sexo casual y en definitiva hacer lo que te dé la gana está cada vez más aceptado, sigue habiendo una brecha enorme entre hombres y mujeres. Como si ellos llevaran toda la vida esperando que llegara el momento de poder disfrutar de su merecida poligamia y a nosotras se nos haya escapado algún tornillo por querer hacer un trío con dos hombres, o acostarnos con uno distinto cada día de la semana.
La prueba está en que podemos encontrar consejos para abrir nuestra mente (o lo que surja) por todas partes, pero son muy pocas las mujeres, de nuestro ambiente más cercano o personajes conocidos, que admiten vivir este tipo de experiencias. Por suerte siempre hay excepciones, como Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, que hace poco dijo en una entrevista que tiene con su marido una relación abierta, pero, exceptuando a las estrellas del pop, las declaraciones de este tipo son contadas.
Un buena representación de esta paradoja la encontramos en el fenómeno “50 sombras de Grey”. Si te excitaste leyendo la novela o viendo la película, habrá quién te considere una pervertida, pero tampoco faltará quien piense que eres una mojigata con poca experiencia en el bdsm. ¿Os imagináis que hiciéramos algo parecido con la comida? Ah, te gusta más la pizza que la lasaña, buf, se nota que has comido poco (tienes el paladar atrofiado, nadie te ha cocinado nunca bien etc.). Sí, suena absurdo, pues con el sexo lo mismo.
¿Quién decide lo que es normal?
La cuestión es, que mientras por un lado resulta difícil abrir caminos reales, no de titulares de portada de revista, para conseguir sentirnos libres de vivir la sexualidad a nuestra manera, por otro ya se está empezando también a sentenciar la otra cara de la moneda, y si no eres provocativa, lanzada, sexy y liberada resulta que eres una aburrida, como poco.
Otro ejemplo práctico, la masturbación. Es genial que ya no sea un tema prohibido, que podamos hablar de ella y comprarnos aparatitos de todas las formas y colores, pero ¡no es la panacea! No podemos pasar de sentirnos mal por masturbarnos a pensar que nos pasa algo porque no tenemos ganas.
El tema es tan sencillo y a la vez tan complicado como respetar todas las opciones y que todas puedan ser elegidas libremente, desde el conocimiento y la seguridad en nosotras mismas para hacer lo que de verdad nos plazca. Resumiendo, y como ya decía el titular, no hay dos formas iguales de disfrutar del sexo, así que vale la pena esforzarse por sentirnos bien con la nuestra, ¡digan lo que digan! Rafael parecía tenerlo muy claro, ahora solo falta que consigamos, entre todas, ponerlo en práctica. ¿Cuándo empezamos?
Fotos | Fire & Joy | LOOKBOOK
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