Puede que no siempre pienses en tu pareja mientras tienes sexo... y no pasa nada

Pensar en otra persona durante el sexo es mucho más habitual de lo que creemos. A menudo lo asociamos con infidelidad o traición, aspectos negativos que nos hacen sentir mal. Pero no solo no es negativo, sino que puede ser una práctica muy saludable para nuestra vida sexual. Te contamos beneficios y líneas rojas de esta práctica.

En ocasiones sucede de manera voluntaria, ponemos nuestra máquina de imaginar en marcha para recrear en nuestra mente a esa persona que tanto nos excita, o que al menos en ese momento lo hace.

En otros casos esos pensamientos aparecen sin que nadie los haya llamado y, de pronto, en el cine de nuestro cerebro se está proyectando una peli X en la que el protagonista no es la misma persona con la que estás teniendo sexo en ese momento.

¿En quién pensamos? Un total desconocido, alguien con quien nos hemos cruzado por la calle y que ha llamado nuestra atención, la cajera del súper, tu profe de pilates, un compañero de trabajo, un amigo, una amiga... o hasta tu ex pueden poblar tus escenas imaginadas más hot.

Es muy habitual

No es fácil tener cifras generales sobre este tema por varios motivos:

  • Tabú: al estar bastante asentada la creencia de que se trata de algo negativo -infidelidad, traición-, no todo el mundo reconoce hacerlo.
  • Todo lo perteneciente a la esfera de los pensamientos es difícil de recoger dado que requiere que la propia persona sea consciente de ello y esté alerta.

Pero, para que nos hagamos una idea, un estudio británico publicado en 2015 señalaba que aproximadamente el 46% de las mujeres y un 42% de los hombres piensan en otra persona durante el sexo.

Un estudio un poco anterior, pero publicado en The Journal of sexual research indicaba una cifra bastante más alta: el 87% de las personas participantes habían pensado en otra persona durante el sexo al menos una vez en los dos meses anteriores a estudio.

Tiene una función

Pensar en otro no deja de ser una fantasía, y las fantasías sexuales son gasolina para el deseo. Tanto es así que es práctica en consulta trabajar en elaborar -y poner a funcionar durante el encuentro sexual- fantasías en pacientes con, por ejemplo, disfunción eréctil o anaorgasmia, y para trabajar sobre el deseo hipoactivo.

Pensar en otra persona, al igual que otras fantasías, puede tener efectos muy positivos en nuestra vida sexual, por ejemplo:

  • Puede hacer que el nivel de excitación sea más alto: imaginarse con el Brad Pitt de El Club de la lucha, sumergida en los brazos del mismísimo Aquaman -en las carnes de Jason Momoa- o con quien sea que te haga reír de puros nervios eróticos al verle lleva, sin duda, a activar nuestro deseo y excitación.
  • Puede aportar cierta variedad y chispa en relaciones muy largas, ayudando a pulverizar la temida monotonía.
  • Puede ayudarte a llegar al orgasmo: a menudo nuestra cabeza se centra en cosas poco o nada eróticas durante el sexo (las tareas pendientes, la luz, la sábana que se mueve...), o directamente nos cuesta concentrarnos, lo cual dificulta el placer y llegar al orgasmo. Sin embargo si nos concentramos en una escena erótica, la excitación subirá y por tanto será más fácil llegar al orgasmo.

No estás traicionando a nadie

A menudo pensar en otra persona durante el sexo lleva a algunas personas a sentir que están traicionando con ello a su pareja, colocando estos pensamientos en el cajón de la infidelidad. Pero, ¿no es un poco pretender ponerle puertas al campo?

Los pensamientos son eso, pensamientos. Al día tenemos miles de ellos, en su mayoría no controlados, automáticos y, créeme, la muchos, muchos, de ellos no son ni racionales, ni tienen sentido, no van acorde con nuestras ideas e incluso podrían parecernos, si nos detuviéramos a mirarlos, poco éticos. El cerebro no para nunca, y menos mal, porque eso nos da la vida.

Al igual que sucede con Las Vegas, lo que pasa en tu mente, se queda en tu mente. Es decir, son solo pensamientos, no conductas, no has hecho nada, nadie ha tocado a nadie.

Como siempre digo para ilustrar este punto, ¿comerte un helado es saltarte la dieta? No. Pues eso.

Hay quien, por ejemplo, considera que pensar en otro durante la masturbación es lícito, pero que es una falta de respeto si se hace durante un encuentro sexual con su pareja. Te invito a reflexionar: ¿realmente hay diferencia si en ambos casos se trata de algo que sucede en el puro terreno de las ideas? ¿Cuáles son los motivos de que sea diferente?

Reflexiona acerca de tus creencias al respecto: cuestionarnos es la mejor manera de conocernos y de disfrutar. A veces tenemos ideas acerca del sexo que cristalizaron cuando éramos más jóvenes y que hoy en día siguen rigiendo nuestra conducta, pero con las que en realidad ya no estamos de acuerdo. Hacer limpieza es sanísimo, en esto y en todo.

Señal de alerta

En el sexo, las líneas rojas ha de marcarlas uno mismo, con aquellas cosas con las que no se siente cómodo, con lo que en lugar de dar el placer y proporcionar el bienestar que debería, lo que aparecen son malas sensaciones.

Es importante que estas líneas rojas las dibujemos desde la libertad, desde el “no me gusta porque no me gusta” y no desde una posición de autocensura limitante, del miedo o de la inseguridad, porque entonces es “no me gusta, no quiero probarlo porque... no me atrevo, porque no puedo, porque no puede gustarme”.

Dicho esto, fantasear con otra persona antes, durante o después del sexo, solo o en compañía, es sanísimo y muy habitual, como he comentado, siempre que nos guste y nos excite, claro. Porque habrá a quien no le resulte estimulante, evidentemente.

Sin embargo lo cierto es que hay un punto en esta práctica que quizá debería hacernos reflexionar.

Poner límites -en general, y con el sexo en particular- no es fácil, pero podemos decir que hay determinados aspectos que, de suceder, merecen que les prestemos atención:

  • Si siempre pensamos en la misma persona. Un día es un desconocido con el que nos hemos cruzado por la calle, otro con el profe de pilates, otro con alguien sin rostro, con tu ex o con alguien de tu mismo sexo, pero cuando siempre es la misma persona la que ocupa nuestra mente durante el sexo, la que nos excita, quizá sea una señal de que hay algo más profundo y complicado a lo que debemos atender.
  • Si, además de pensar en un plano puramente sexual con otra persona, aparecen afectos y emociones. Es decir, si no solo pensamos en sexo con otro, sino que nos adentramos en un plano emocional.
  • Si el fantasear con otra persona nos está llevando a tener una distancia emocional con nuestra pareja. En ocasiones es posible que esos pensamientos aparezcan con tal intensidad que “nos saquen” del encuentro sexual que estamos teniendo, de tal forma que “no estemos presentes”.

No hay interpretaciones únicas e inequívocas a estas situaciones, pero, por ejemplo, es posible que sientas algo por otra persona, que desees una relación abierta u otro modelo de relación, que haya alguna dificultad en el sexo con tu pareja -poca satisfacción, por ejemplo-, etc.

Sea como fuere, dale una vuelta, y si necesitas ayuda para ordenar(te), acude a un profesional -sexólogo, psicólogo-, seguro que puede ayudarte.

Y si no sucede nada de esto, si te lo pasas pirata, si disfrutas del “variadito” que te ofrece tu mente, del buffet libre gratis al que te invita tu imaginación, no te preocupes y por supuesto no te agobies: es normal, es sano, hace que tu deseo y tu excitación estén más estupendos, así que... ¡disfruta!

Foto | Unsplash.com

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