La perspectiva de un suceso tiende a facilitar su cumplimiento no solo en nosotros, en cualquier persona y en cualquier ámbito. Y no, no estamos hablando de una frase de una taza de Mr. Wonderful, sino de psicología.
Concretamente de algo que se llama efecto Pigmalión y del efecto Galatea, dos términos psicológicos que nos ayudarán a sacar lo mejor de nosotros y de las personas que nos rodean.
El mito de Pigmalión y Galatea
Antes de explicarte qué es el efecto Galatea, vamos a contarte una historia, la de Pigmalión y Galatea que se relata en Las metamorfosis de Ovidio.
Aunque Pigmalión es una figura de la mitología de Chipre, es la versión griega del nombre real fenicio Pumayyaton. Hace referencia a un antiguo rey de Chipre y escultor que buscando a la mujer perfecta para él, hizo una estatua de marfil blanco a la que llamó Galatea. Y era tan bella que se enamoró.
Metamorfosis (Fuera de Colección)
Cada noche Pigmalión pasaba horas con la estatua hasta que un día, mientras se celebraba una fiesta en honor a la diosa Afrodita, el escultor le suplicó que diera vida a su obra. Cuando despertó, Ovidio relata que “Pigmalión se dirigió a la estatua y, al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto se ablanda a los rayos del Sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo. Al verlo, Pigmalión se llena de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatua otra vez y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos.”
Galatea había cobrado vida.
Afrodita, conmovida por el deseo de Pigmalión había dado vida a la estatua. “Mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal”. No es solo un cuento de amor, es el mito que sirve para nombrar el efecto Pigmalión y al efecto Galatea.
Qué es el efecto Pigmalión
Si hacemos caso a la definición de responsabilidad afectiva, entenderemos que lo que hagamos y digamos tendrá un impacto en los que nos rodean. El efecto Pigmalión o efecto Rosenthal hace referencia a esa influencia. En términos psicológicos, el efecto Pigmalión es la potencial influencia que ejerce la creencia de una persona en el rendimiento de otra, provocando así una profecía autocumplida. Es un principio de actuación a partir de las expectativas ajenas.
En la educación, por ejemplo, que un profesor confíe en las capacidades de un alumno, puede generar un efecto positivo en sus notas. Los que los demás esperan de nosotros nos invita a cumplir con estas expectativas, como si esa confianza que depositan nos diera alas para alcanzar objetivos más difíciles.
Qué es el efecto Galatea
Cuando hablamos del efecto Galatea, esa influencia no viene de un tercero sino de nosotros mismos. Hace referencia según la psicología, al poder que tienen las expectativas respecto a las propias capacidades y posibilidades a la hora de conseguir nuestros objetivos, y de la misma manera, la ausencia de las mismas para no conseguirlos. Es, por simplificar aún más, es creer en nosotros.
“Creer es poder”, o al menos así lo ve la psicología de alguna manera. El efecto Galatea nos lleva a realizar todas esas conductas que nos ayudan a cumplir y lograr esos objetivos propuestos en la realidad. La persona que se siente segura y capaz de lograr un objetivo concreto, aumenta sus posibilidades de conseguirlo ya que esas expectativas provocan que su conducta se oriente al resultado y se esfuerce más para conseguirlo. Se compromete con ese objetivo.
Pero también funciona a la inversa. Aquella persona insegura y que no cree en sí misma, tenderá a dudar y no se esforzará tanto para conseguirlo, disminuyendo así sus probabilidades de cumplir el objetivo. De hecho, los psicólogos Maribel Moreno y Francisco Herrera ya nos dijeron que “una buena autoestima está relacionada con una mayor capacidad para afrontar retos y dificultades de la vida”.
La autopercepción y confianza también se proyecta al exterior a través de nuestras actitudes y conductas y estas hacen que quienes nos conocen, tengan una imagen más o menos positiva de nosotros. De esta manera recibimos el efecto también de ellos porque la percepción que tengan de nosotros nos influye. Sus expectativas sobre nosotros. El efecto Pigmalión por su parte, y Galatea por el nuestro.
Aunque la doctora Ashlee Greer afirma en un artículo del Huffpost que no deben importarnos las opiniones que otros tengan de ti porque "terminamos siendo esclavos de lo que ellos quieren, tratando de cumplir las expectativas de otros y sin escuchar a nuestras verdaderas necesidades", si usamos esas expectativas positivas en nuestro favor, estaremos beneficiándonos del efecto Pigmalión y del efecto Galatea.
Es cierto que las personas con una autoestima alta y con confianza en sí mismas son más propensas a un efecto Galatea positivo, pero esa confianza puede trabajarse por ejemplo evitando la autoconversación negativa.
Iria Reguera, psicóloga y redactora jefa de Trendencias, afirma que lo primero es creernos que somos capaces, confiar en nuestras habilidades. y “saber que tendremos la capacidad de sobrellevar lo que se ponga por delante y si no, saber dónde y cómo buscar la información que falte o pedir ayuda a quien sí sepa.”
No se trata de aprendernos de memoria las mejores frases motivadoras, se trata de aprender a practicar el amor propio y trabajar nuestra autoestima es vital. Por si existe alguna duda, el modo en el que pensamos de nosotros mismos afecta directamente a lo que somos capaces de conseguir y a las personas que nos rodean. Lo bueno es que tenemos toda la vida para poder mejorar la visión que tenemos de nosotros mismos.
Fotos | Priscilla Du Preez, Catalin Pop, Estée Janssens y S O C I A L . C U T en Unsplash
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