Probamos las preciosas maquinas de escribir digitales que prometen acabar con las distracciones del ordenador

En los últimos años se han llevado a cabo estudios que demuestran que tardamos unos 25 minutos de media en volver a centrarnos en una tarea después de una interrupción. Una pesadilla para el escritor moderno cuya herramienta de trabajo es también una fuente de emails que entran, notificaciones de redes sociales y, en definitiva, un mundo entero a un solo click de distancia. En ese sentido, Freewrite ofrece un instrumento sin distracciones integradas, que mezcla lo digital con lo analógico, y que ha sido pensado para potenciar la productividad a la hora de dejar las ideas fluir en palabras. Ahora, ¿es útil realmente? Lo hemos probado.

¿Qué es Freewrite?

Con el nombre de Freewrite ha bautizado la empresa Astrohaus (especializada en la creación de herramientas orientadas a la productividad) a las únicas máquinas de escribir digitales que existen actualmente en el mundo. Unos aparatos que no sirven para absolutamente nada más que no sea escribir y que han sustituido el papel de las máquinas de escribir clásicas por una pantalla de tinta electrónica (como la de los eBooks). Una característica que, además, de ahorrar batería (hablamos de autonomía de un mes) no fatiga la vista en comparación con la pantalla de los ordenadores.

Su mecanismo es muy sencillo y, para empezar a usarla, basta con apretar el botón de inicio y ponerse escribir. El sistema guarda de forma automática el texto y lo sincroniza con la nube. Se puede configurar con cuentas en Dropbox, Evernote o Google Drive, a elección del usuario. Aunque, si eres un romántico al que le gusta escribir al aire libre, también permite empezar a escribir un documento en un entorno sin wifi y sincronizarlo más tarde.

Un aspecto que gustará a los más nostálgicos es que su diseño de aluminio con teclado mecánico fue pensado específicamente con la idea de imitar a las máquinas de escribir de toda la vida. Y, por supuesto, aunque las distribuye una empresa estadounidense, su software está disponible en una larga lista de idiomas, incluido el español.

Su mayor inconveniente se encuentra en el precio. Actualmente su catálogo cuenta con dos modelos distintos: Freewrite Smart Typewriter por 549 dólares (unos 500 euros euros al cambio) y Freewrite Traveler, su versión de viaje. Este modelo tiene una estética más parecida a los portátiles y se encuentra en preventa por 389 dólares (357 euros). Todas estas cifras no incluyen el IVA ni los gastos de envío, que acaban inflándolas unos 115 euros más.

Mi experiencia

Sabía de la existencia de estos aparatos desde que se fabricaron sus primeros modelos, allá por 2016. Entonces todavía se llamaban Hemingwrite y eran igual de caros que en la actualidad.

Como mi trabajo implica pasar el día delante del ordenador siempre había querido tener una, más que para evitar distracciones, porque fuera de mi jornada laboral no me apetece seguir usando el portátil ni para ver una serie en Netflix, así que menos para trabajar en una novela o en un cuento.

El precio siempre fue el principal inconveniente a la hora de dar el paso ya que la inversión es importante, sobre todo, sin haber tenido la oportunidad de probarla previamente y constatar que es realmente útil y no una hipsterada que acabará olvidada en un rincón o, peor, devaluada en Wallapop.

De vez en cuando, Astrohaus saca alguna oferta, como descuentos por el black friday o algún otro evento. Sin embargo, no fue hasta que recientemente ofertaron una tanda de máquinas usadas y renovadas por 100 dólares menos que una nueva cuando me decidí a quitarme la duda. Sobre todo, teniendo en cuenta que las Traveler llevan desde el verano en preventa y su fabricación se va a ver todavía más retrasada por el coronavirus, según han anunciado desde la compañía.

Compré la Freewrite un domingo y me llegó al viernes siguiente, en perfecto estado y sin problemas de aduana. Aunque debo decir que todavía estoy en el proceso de habituarme a ella y al método que propone, escribir en su teclado es una gozada aunque sea solo por su sonido digno de ASMR.

Además, la sencillez de su pantalla le cede todo el protagonismo a las palabras. No obstante, si hablamos de evitar distracciones y concentrarnos más, no basta solo con usar este aparato ya que están en todas partes o ¿acaso no nos distraíamos en el instituto cuando estudiábamos con apuntes escritos a mano?

En mi experiencia encuentro que esta máquina de escribir digital es más útil para forzarse a escribir un borrador sin pararse a editar cada dos frases porque su software directamente no lo permite. Para modificar algo se ha de borrar todo lo escrito entre medias. Acostumbrarse a esta forma de escribir cuesta al principio pero sí puede ser una solución muy efectiva contra el bloqueo y una mente demasiado perfeccionista. Y es que el método más útil de esta máquina es hacerte que escribas ahora y edites después.

De todos modos, es cierto que ningún escritor necesita una Freewrite para poder trabajar. Puede ser un aliciente si pasas mucho tiempo delante del ordenador y te sienta bien cambiar de aires o porque es un aparato bonito y estético pero, cuando hay algo que de verdad te está impidiendo escribir y avanzar con un proyecto sigue, allí igualmente con este aparato. La lucha es mental y, como usuaria, escribir con Freewrite de momento no creo que pase del capricho.

Fotos | Freewrite.

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