Siempre he querido ser parisina. Parece, por muy estúpido que suene, que conlleva tener más charme y sobre todo lucir sombrero sin que el personal se quede atónito porque desentonas por sofisticada o "parisina" en la compra del súper. Lucir sombrero y comprar harina no casa bien... hasta este otoño.
Sombrerera loca
Sí, lo sé, las parisinas de pro, las del libro de Inés de la Fressange no pretenden ser el sombrero loco sino Alicia, pero el máximo exponente de esta tendencia, el que la ha lanzado y el resto ha cogido, ha sido Marc Jacobs. Él con su colección inspirada en Anna Piaggi y Lynn Yaeger nos lleva al país de las maravillas pero en la noche de Halloween. Susto y muerte. El no gustarme no le quita ningún valor sin embargo.
Bocados de realidad
Bajémonos a lugares más terrenales, los que nos presentan Donna Karan, Emilio Pucci y Armani y que nos sirven ya sí como ideas muy llevables a la práctica. Increíble el fedora mini llevado a la manera de un tocado de Karan y precioso también el de Armani con ala asimétrica y lucido ladeado.
También lo hace Marc by Marc Jacobs y Michael Kors que nos introduceen otras de las tendencias imprescindibles: las aplicaciones de pelo cual esquimal. Y ya van... mil temporadas.
Rachel Zoe, Ralph Lauren y Tommy Hilfiger nos adentran en otros mundo paralelos: los del estilo años 20 de Lauren, la línea de polo en tejidos invernales de Tommy y el siempre favorecedor sombrero Bogart con la aplicación de una pluma de Zoe.
¿Qué es lo que hace tan tentador el lucir un sombrero? Levantará cualquier ropa que luzcas, por muy casual o aquí te pillo aquí te pongo que lleves. Te solucionará la vida en uno de esos días en los que nuestro pelo nos juega una mala pasada y la peluquería no ha sido viable. Y sobre todo, a la cabeza, evoca misterio, atrevimiento y sofisticación.
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