Después de temporadas enseñando piernas con falditas cortas y vestidos que se elevan varios centímetros por encima de las rodillas, toca recuperar la silueta larga, pegada al cuerpo y esbelta que dan los vestidos largos de tonos oscuros.
Una camiseta de tirantes larga hasta el suelo que sólo requiere un cinturón de cuero entorno a la cintura. Un vestido sencillo, en algodón, que se luce con sandalias y que nos permite vestirnos con un sólo gesto los días de calor. Una prenda que estiliza y que sienta bien a casi todas las mujeres, aunque es una moda que favorece más a las mujeres más altas.
En Manhattan ya lucen estos vestidos las chicas más cool de la ciudad, y los expertos vaticinan que pronto se extenderá la moda por todo el mundo. En las tiendas están empezando a aparecer faldas y vestidos largos, que desaparecen por arte de magia. Todo un éxito de ventas.
Para el otoño, la nueva largura ha atraído a diseñadores como Marc Jacobs, Michael Kors, Marni o Missoni.
Estos vestidos tienen más en común con el minimalismo y la sobriedad de los años 90 que con los vestidos largos hippies llenos de flores y con todo tipo de estampados alegres y coloridos.
Se llevan también con botas militares, eso sí, los días que el sol no resulta abrasador. También con parkas militares o chaquetas de cuero, porque estos vestidos no son dulces, sino sofisticados, austeros y casi monásticos.
Vía | NY Times
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