En Suecia, la tendencia "girl soft" empieza a verse cada vez más en redes sociales y se ha convertido en el mayor debate del país, llegando incluso a la esfera política
En el último Índice Europeo de Igualdad de Género presentado en 2023 se aseguraba que se había producido “el mayor salto anual en la puntuación global de la historia del índice”, y la Unión Europea (UE) lograba de media 70,2 puntos sobre 100. España, por ejemplo, ocupa el cuarto puesto con una puntuación de 76,4 y un incremento de 1,8 puntos con respecto a 2020. Suecia nos supera, según los datos oficiales, con un 82. Carlien Scheele, directora del EIGE, asegura que “aunque el empleo femenino en la UE ha aumentado, todavía existe una importante brecha de género. Muchas mujeres trabajan en empleos peor remunerados y se enfrentan a obstáculos debido a las responsabilidades de cuidado. Cerrar esta brecha es esencial para ayudar a impulsar el crecimiento económico”. También en Suecia, a pesar de los datos. Pero en el panorama de este país ha pasado algo: las redes sociales están empezando a celebrar que las mujeres abandonen sus trabajos.
Las soft girls suecas
Vilma Larsson es sueca, tiene 25 años y ha trabajado en una tienda, una residencia de ancianos y una fábrica. Hace un año dejó de trabajar para convertirse en una "novia que se queda en casa", como contaba ella misma a la BBC. "Mi vida es más tranquila. No sufro. No estoy muy estresada" y asegura que nunca ha sido más feliz que ahora que se queda en casa haciendo tareas del hogar y gracias a que su pareja, teletrabaja en el sector de las finanzas y le da un “salario” a su novia. “Si necesito más, se lo pido. O si necesito menos, no pido, me quedo con el resto", explicaba Larsson.
¿Decidir quedarse en casa sin trabajar para cuidar de tu pareja y de la casa es dar un paso atrás en esa lucha contra la brecha de género que comentábamos al principio? ¿Es feminista el acto solo por el mero hecho de que es una decisión de la mujer, o estamos lanzando a las redes un mensaje equivocado?
Larsson, comparte su estilo de vida en Instagram, YouTube y TikTok, donde acumula 11.000 seguidores y subiendo, pero no le pasa como a RoRo que rentabiliza su vida al estilo de las tradwives y consigue que Pablo y ella vivan como reyes, porque la sueca dice que no gana dinero con ello. Aún. Usa dos hashtags, hemmaflickvän (novia que se queda en casa, en sueco) y hemmafru (ama de casa), y se describe como una “soft girl”, una figura femenina que prefiere vivir una vida más tranquila y ociosa en lugar de dedicarse a una carrera profesional, pero recibiendo un sueldo de su pareja por ello. Es decir, pasamos de querer ser una girl boss a lo opuesto porque no dependemos de nosotras mismas sino de otra persona, el hombre. Y digo el hombre porque este perfil es heteronormativo y regresa a la creencia del hombre como proveedor y la mujer como alguien enfocada en una vida en casa.
La diferencia entre las tradwives y las soft girls
Quizá la sutil diferencia de las tradwives con las soft girls, es que las primeras fomentan un concepto “tradicional” de esposa ligado al servicio al hombre, las tareas de casa o la cocina, mientras que las segundas promulgan una vida más enfocada en el bienestar (ir al gimnasio, salir con amigos y hacer tareas domésticas) y menos, o más bien nada, en las metas profesionales.
Las soft girls han sido una microtendencia en las redes sociales en diferentes partes del mundo desde finales de la década de 2010, pero lo raro es que en Suecia se esté poniendo de moda. Es más, según una encuesta de 2024 del grupo Ungdomsbarometern, el fenómeno de las soft girls es una aspiración creciente entre las mujeres de 15 a 24 años y entre las más menores, porque el 14% de las niñas entre siete y catorce años dijeron identificarse con el movimiento. Antes las niñas suecas querían ser astronautas, médicos, profesoras e ingenieras y ahora hay un porcentaje alarmante que quiere ser mantenida.
Por qué se ha generado este movimiento
Según Johanna Göransson, una de las investigadoras, “el movimiento refleja un cambio hacia una vida más equilibrada” y nace como respuesta a las exigencias extremas de éxito profesional y personal que caracterizaron la era de la girl boss. "Se trata de alejarnos del ideal de “jefa” que hemos visto durante muchos años, donde existen exigencias muy, muy altas de éxito en todos los aspectos de la vida", explica Göransson.
Peter Wickström, jefe del departamento de análisis y seguimiento de políticas de la Agencia Sueca para la Igualdad de Género, cree que la tendencia de las soft girls puede verse como una "reacción racional" a las "demandas" percibidas de las mujeres más jóvenes. Analicemos un poco al detalle esto, porque quizá aquí es donde está la clave de por qué se ha generado este movimiento. Suecia tiene fama de ser pionera en la conciliación, pero una investigación de Ungdomsbaromatern sugiere un aumento en los niveles de estrés entre los jóvenes. Pensemos en que Suecia tiene la proporción más alta de madres trabajadoras en Europa, pero las estadísticas gubernamentales sugieren que las mujeres en parejas heterosexuales todavía desempeñan una mayor proporción que los hombres en lo que respecta a las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. Ahora sumemos el capitalismo a la ecuación y cómo durante años nos ha vendido que el éxito es sinónimo de trabajar más y encontrar el trabajo de tus sueños.
Como bien explicaba Göransson, "hoy en día, el trabajo no aparece tanto en los contenidos sobre estilo de vida en las redes sociales, sino que se trata más de ejercicio y bienestar", y la Generación Z consume ese contenido y da más valor al tiempo libre que al trabajo. El capitalismo nos ha hecho creer que la felicidad reside en tener más y más y los jóvenes lo que quieren es tener más bienestar disfrutando más de su tiempo y trabajando menos.
El debate de las soft girls
Aunque aún no hay datos oficiales de las mujeres que están dejando sus trabajos para depender de sus parejas (con todo lo que eso supone para cualquier ser humano y sea del género que sea), este movimiento se ha convertido en uno de los principales temas de discusión en Suecia, en eventos políticos como Almedalen, en la televisión pública y en los medios.
Para algunos las soft girls son una revolución que ha cambiado el intento de ascender en el trabajo de sus sueños por pasar los días cuidando su piel, perfeccionando sus posturas de Pilates y haciendo las tareas de la casa. Para otros, como la cofundadora y exlíder del partido feminista sueco Feministiskt initiativ, Gudrun Schyman, es algo peligroso y la dependencia de las mujeres de sus parejas es "un paso atrás" para la igualdad de género, y añade que a las mujeres jóvenes de hoy se les olvida cómo otras mujeres “tuvieron que luchar por sus derechos: el derecho a trabajar, el derecho a ganar un salario y el derecho a la independencia económica".
Los Demócratas de Suecia han defendido la libertad de elección de las mujeres para adoptar estilos de vida más tradicionales y según Denice Westerberg, mujer y portavoz del ala juvenil del partido, “si tienes la posibilidad económica de hacerlo, entonces bien por ti”, y añade que "todavía vivimos en un país con todas las oportunidades para tener una carrera. Todavía tenemos todos los derechos, pero tenemos el derecho de elegir vivir de una manera más tradicional". Pero no tiene en cuenta un matiz importante y es que en realidad no “tienes” la posibilidad económica de hacerlo porque necesitas que otro (tu pareja) lo haga por ti. Sí, lo sé, una familia comparte todo y también puede compartir el sueldo, pero ¿dónde queda la independencia que tanto tiempo nos ha costado lograr a las mujeres?
Desde el punto de vista de la economía de un país y cómo afecta que parte de su población se quede en casa, según declaraciones a la BBC de Shoka Åhrman, economista de uno de los fondos de pensiones más grandes de Suecia no hay suficientes soft girls suecas que dejen el trabajo como para que esto tenga un impacto en la economía del país. Eso sí, afirma que tendrá implicaciones financieras para las mujeres que abandonan la fuerza laboral: menos ahorro, pensiones reducidas y más dificultades para volver al mercado laboral en el futuro.
Vilma Larsson cree que muchas mujeres se sienten agotadas por el trabajo. "Pienso en mi madre y su madre, mi abuela y mi hermana, en todas. Siempre están muy estresadas". Ella desde luego no parece nada agotada ni estresada a juzgar por el vídeo que tienes arriba.
Fotos | TikTok @viilmalarsson
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