La relación entre estado de ánimo y productividad es evidente. Si estamos estresadas, sobrecargadas, con ansiedad o de mal humor, nuestro trabajo se resentirá. Y hay algunos hábitos que hacemos a diario y que sin saberlo, repercuten en nuestra ansiedad. Te contamos cuáles son para que puedas ponerle remedio y aumentar la productividad sin esfuerzo.
Intentar complacer a todo el mundo
Empezamos fuerte porque puede que este hábito sea uno de los que más personas de la redacción compartimos. Esa dificultad para establecer límites y sobre todo para priorizarse, resulta agotadora y en palabras del psicólogo Bernardo Peña “conseguiremos dar a los demás un poder excesivo sobre nosotros, y boicotear nuestra autoestima”.
Puedes ayudar a otros y ser buena persona, pero siempre si eso no te afecta, como bien aprendimos con las frases de esta psicóloga con las que estamos trabajando el poner límites. Por ejemplo, podemos ayudar a un compañero de trabajo si tenemos tiempo para hacerlo y si eso no nos impide completar el proyecto que entregamos hoy, por ejemplo.
Dormir poco
Dormir poco se asocia a un envejecimiento prematuro de la mente, afecta a nuestra concentración y repercute en nuestra productividad sin que nos demos cuenta. En alguna ocasión te hemos contado la relación que la falta de sueño tiene con la productividad y cómo el sueño y un descanso adecuado es la clave para trabajar mejor cada día.
No llevar una dieta equilibrada
Una alimentación saludable cuida de nuestro aspecto físico pero también lo hace de nuestra salud mental. Nos aleja del estrés, la ansiedad, los trastornos de la conducta alimentaria y de problemas cognitivos como la pérdida de memoria tal y como nos explican los expertos en nutrición de Vitónica.
Es más, investigadores de la Universidad de Aberdeen afirman que una dieta deficitaria de nutrientes puede aumentar el riesgo de sufrir depresión y trastornos de ansiedad.
Pasarnos con el azúcar
El excesivo consumo de azúcar tiene muchas consecuencias sobre nuestro organismo que van más allá de una caries en un diente. Es uno de los principales causantes de inflamación crónica, diabetes, artritis y otras enfermedades a largo plazo. Además disminuye la capacidad de atención y la memoria de empeorar nuestra memoria, el rendimiento académico y la productividad.
Un consumo excesivo de azúcar altera nuestro circuito de "recompensa" cerebral, llegando a activar las vías de recompensa de una forma tan intensa que podría superar a la cocaína, pero el bajón tras su consumo es muy intenso y afecta directamente a nuestra ansiedad.
Llevar una vida desorganizada
No te hablo solo de la falta de rutinas, sino de llevar una vida desordenada. Por ejemplo, cuando trabajaba en la oficina, todas las noches me dejaba preparada la ropa que iba a ponerme al día siguiente. Ahora, por las mañanas, me preparo la bolsa del gimnasio para ir al mediodía y que el estrés del día no me de una excusa para no ir.
Pero si hablamos del trabajo, organizar la jornada del día siguiente es una manera estupenda de gestionar la ansiedad antes incluso de que aparezca. El método Ivy Lee, por ejemplo, es una forma de focalizarnos que solo nos lleva 10 minutos y que mantiene a raya la ansiedad siempre que seamos conscientes de nuestras verdaderas capacidades y no de lo que la productivitis nos hace ver que podemos hacer. Organizar el trabajo el día anterior te permite establecer prioridades, eliminar y delegar tareas y gestionar mejor el día evitando la sobrecarga de trabajo.
Tener una vida sedentaria
El deporte y la ansiedad están íntimamente relacionados. De hecho hay numerosos estudios que demuestran que las endorfinas que se liberan haciendo deporte son capaces de hacernos felices y reducir los niveles de estrés y ansiedad de forma notable. La ansiedad mejora con el ejercicio físico y en Vitónica nos lo han explicado al detalle, así que llevar una vida sedentaria como hábito, es un error enorme si buscamos ser productivos.
Procrastinar
Con la procrastinación nos preguntamos en realidad que viene antes, ¿el huevo o la gallina? Puede que procrastinar te genere ansiedad o que la ansiedad te provoque procrastinar. Pero lo que sí es seguro es que posponer una y otra vez tareas en el trabajo provoca que el estrés aumente como si fuera una bola de nieve cayendo por una pendiente.
Si te cuesta, puedes probar con el método (10+2)*5 que funciona muy bien para ir venciendo a la procrastinación poco a poco.
Fotos | Safe (1995)
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