"La única forma de tener éxito es aprender a decir que no". Son palabras de Bruce Tulgan, experto en liderazgo que ha creado Rainmaker Thinking, una empresa de entrenamiento profesional para directivos empresariales.
Pero la verdad es que es algo que podríamos haber oído en Harvard o en cualquier escuela de negocios, porque la capacidad para decir “no” y saber poner límites en el trabajo debería ser algo que se estudiara hasta las escuelas. Incluso podríamos hablar de un derecho, como afirma Manuel J. Smith en Cuando digo NO, me siento culpable: “decir 'no' sin sentir culpa es uno de los derechos que todos poseemos a la hora de comunicarnos”.
Cuando digo no, me siento culpable (Clave)
Aceptar todo tiene consecuencias negativas en la cantidad de trabajo que soportamos, porque quien nos manda esas tareas no sabe en realidad lo que podemos o lo que estamos dispuestos a asumir. Además, esa falta de asertividad nos dificulta poner límites y puede terminar desembocando en estrés laboral. Eso sin contar con culpabilidad, baja autoestima o mayores niveles de ansiedad.
Y más aún. En el libro de Walter Riso El derecho a decir no, el autor nos explica que es parte de aprender a querernos a nosotros mismos. “Además de autoconcepto, autoimagen, autoestima y autoeficacia, hay que dar espacio al autorrespeto, la ética personal que separa lo negociable de lo no negociable, el punto de no retorno”.
El derecho a decir no: Cómo ganar autoestima sin perder asertividad (Biblioteca Walter Riso)
Compartir es de guapas, así que vamos a contarte tres técnicas para que decir “no” en tu lugar de trabajo sea algo más sencillo y fácil. Y lo mejor es que puedes usarlas en todo tipo de relaciones, con amigos, familia y también en pareja.
Tres técnicas para decir “no”
Antes de seguir ten en cuenta algo: calma. La calma es imprescindible para decir que no. Es una manera de mostrarte segura con esa negativa y reafirmante en ella. El “no” que dicen las personas con confianza es justo así, calmado y con un tono suave pero firme.
La técnica del sandwich
Recuerdo que esta técnica me la enseñaron durante una formación de encargadas en una multinacional del retail y la usé para comunicar a mi equipo que algo no iba bien en multitud de ocasiones. Pero también la he usado para explicarle a mis sobrinos pequeños que su comportamiento no estaba bien y hasta con mi ex pareja en alguna discusión.
Consiste, simplificándolo mucho, en decir algo positivo antes y después del “no”, para que este sea recibido de una manera menos agresiva. Te pongo un ejemplo práctico para que lo entiendas mejor. Nuestra jefa quiere que nos encarguemos de una tarea más a la semana que nos llevará tres horas más de trabajo, pero estamos inmersas en un proyecto con un cliente y no tenemos tiempo material para hacerlo sin excedernos de las horas de trabajo. Comenzamos por agradecer que se haya pensado en nosotras. Este es el primer pan. El “no” será el relleno. En este caso podemos decirle que un “lamento mucho no poder participar en esto ahora, porque con el nuevo cliente no cuento con tiempo para dedicarle a lo que me propones”. Cerramos el tema con algo positivo como “me encantaría poder aceptar porque el proyecto es muy interesante, y espero tener la oportunidad de hacerlo en el futuro”, que sería nuestro segundo pan de sándwich.
El disco rayado
Esta técnica asertiva tiene como objetivo ser persistentes y sí, es justo como piensas. Tratar de ser un disco rayado que repite una y otra vez lo mismo ante la negativa de escuchar de nuestro interlocutor. Si nos cuesta que nos entiendan o vemos que no quieren entendernos, lo ideal es mantenernos firmes en la negativa, contestando siempre lo mismo. No hace falta que hagamos un monólogo, con repetir un “lo siento, pero no puedo” es más que suficiente.
Vamos a repetir una y otra vez el argumento usando el “no” hasta que la otra persona se dé cuenta de que no va a lograr su objetivo. Es imprescindible mantener un tono calmado. Podemos usar el tono de voz que nos indicaba el ex agente del FBI y que él llama “The Late Night FM DJ voice”. Un tono de voz enunciativo, relajante y en calma, explicando nuestro argumento una y otra vez.
El banco de niebla
Esta técnica la aprendimos de manos de la psicóloga María Esclapez, y la veneramos como lo que es: el arma secreta para que las discusiones de pareja no desemboquen en una ruptura.
Se trata de una técnica de comunicación que se asemeja a lo que haríamos si vamos conduciendo y nos cruzamos con un banco de niebla: frenar y reducir la velocidad. Es especialmente útil si la otra persona pierde un poco los nervios o si sospechamos que con nuestro “no” va a tener una reacción negativa.
Cuando la otra persona nos exponga lo que necesita, buscaremos algo con lo que empaticemos. Podría ser perfectamente que el proyecto es algo que nos gusta. Escuchamos y cuando nos explica contestamos con un “Me encantaría participar, es un proyecto muy bonito en el que veo que estás muy involucrado. Pero lamentablemente ahora mismo no puedo porque tengo una entrega esta semana que me ocupa toda la jornada laboral”.
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