En la isla de Mallorca, entre la sierra de Tramuntana y el mar Mediterráneo, se encuentra un lugar que es mucho más que un pueblo. Se trata del conjunto monumental de Valldemossa, a escasos kilómetros de la llamada Costa Nord mallorquina. Calles empinadas, fachadas de piedra y construcciones religiosas que se pierden entre una frondosa vegetación le dan a este rincón un encanto único que, de hecho, en el siglo XIX consiguió enamorar al compositor Frédéric Chopin y la escritora George Sand.
A Solo 17 kilómetros de Palma y 400 metros sobre el nivel del mar se extiende esta bonita villa. Parte de su caserío de piedra sube por una colina cercana, dando lugar a calles empinadas y excelentes miradores naturales. En Valldemossa, las montañas de esta zona se convierten en pocos kilómetros en playas de aguas transparentes y calas. Además, su puerto mantiene un aire marinero al más puro estilo de antaño.
Todo el conjunto se rodea de frondosos bosques, entre los que sobresalen olivos y almendros, regados por los muchos manantiales de la zona. Además de su belleza natural, las puertas y ventanas de las viviendas pintadas de verde contrastan con la piedra con las que estas han sido construidas.
La Cartuja es el monumento más emblemático de esta localidad. Se trata de un antiguo monasterio, en origen residencia de Jaime II, que fue habitado por los padres cartujos entre 1399 y 1835. Además, sus claustros, celdas, jardines y museos conservan también los vestigios de sus mayores ilustres visitantes: Frédéric Chopin y George Sand, que residieron en el edificio en su estancia en Valldemossa.
Entre sus paredes se pueden contemplar partituras, escritos, mobiliario y correspondencia relacionada con la estancia en la isla del compositor polaco y la escritora, además del piano “Pleyel”. Además del campanario de La Cartuja, otra torre domina los tejados de esta localidad: la de la iglesia parroquial de San Bartolomé, del siglo XIII.
La antigua cartuja, el palacio del Rey Sancho, también muestra una torre de defensa, un claustro y una escalera de acceso de gran interés histórico. Esta antigua residencia real también acogió en su día a escritores como Jovellanos, Ruben Darío, Unamuno o Azorín.
En la falda de la montaña en la que se encuentra Valldemossa se encuentra una pequeña ermita desde donde se puede admirar uno de los paisajes más representativos de la villa y que también merece la pena visitar.
Foto de portada | Patrick Baum
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