A pesar de no recibir muy buenas críticas en su bautizo de la pasada Semana de la Moda, Marco Zanini; el encargado de sacar a flote una firma mítica de los setenta caida en el más profundo olvido a finales de los ochenta, víctima de una insalvable crisis económica y del imperialismo textil, y que vuelve a las pasarelas gracias a la inyección de millones de esos conglomerados empresariales a los que ahora le ha dado por la moda; ha hecho una colección más que pasable que al menos, no aburre como tantas otras.
El minimalismo fue la máxima del fundador de la casa, Roy Haslton Frowick, y sigue siendo la premisa principal en las colecciones de su nuevo director creativo, y en las que los cortes, son limpios, y la caída de las prendas, prodigiosa.
La única concesión a lo llamativo, era y es, el color.
Los vestidos túnica, asiméricos, strapless, de corte greco-romano o con mangas farol, de chifón o punto de seda, y de prodigiosísima ligereza son los protagonistas de uan colección con marcado aire setentero que viene a rememorar esa dorada época en la que el exceso hacía furor y el rey de reyes se llamaba Andy Warhol.
Aunque hay espacio también para sendas versiones del vestido camisero "Ultrasuede" que Halston hiciera tan popular en Estados Unidos llegando a ser una de las prendas más populares y llevadas de la época.
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El mono, eminentemente made in 70's, es otras de las apuestas en firme de Halston, cuyo abanico de propuestas no es largo y extenso, es más bien limitado, pero más vale tener una directriz y explotarla bien, que carecer de identidad, no saber hacia dónde tirar e ir probando. Un diseñador sin personalidad o una marca sin seña de identidad, no son nada.
Por ello, yo sin duda me quedo con el buque insignia de la maison: con los vestidos lisos y vaporosos.
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