Que alegría más grande. Ya solamente este primer look vale la pena y casi se podría dar por zanjado aquí el desfile de Luella Bartley, esta ex periodista de moda que trabajaba para las principales revistas del medio, como Vogue, y que en el año 2000, no sabemos si desalentada por el futuro de la moda británica, decidió dar el salto a la pasarela financiada por un amigo cercano, y con el suficiente dinero.
Aunque desfiló en Nueva York durante varias temporadas (desde el 2001), el año pasado regresó a sus orígenes, a Londres, la ciudad que realmente la inspira y que mejor acoje su visión comercial pero sofisticada, que bien merece ser mostrada, no en el escaparate del mercado más grande y necesario del mundo (Nueva York), sino en una plataforma de corte alternativo pero de espíritu transgresor y cero conformista.
Para esta colección primaver-verano 2009, Luella saca sus mejores armas y nos muestra su cara más femenina: el look ladylike piscodélico es el hilo conductor de unas propuestas de colores imposibles ( imposible parece combinar malvas con naranjas y fucsias y no salir mal parado) y estructuras que se alejan de lo clásico.
Sus maniquíes tienen todos los elementos de las damas: tocados, guantes, maxi broches, y lazos; per no son damas de alta arcunia, no son damas estancadas o aburridas; sus trajes de chaqueta en versión desestructurada (atención a la falda de más arriba, que combina volantes, con tablas, y ribeteados) a base de chaquetas tipo Chanel con exceso de florituras, son un canto al chic subversivo.
En ocasiones parece recargada y excesiva, en ciertos momentos, me parece estar viendo una colección de Marc Jacobs para Louis Vuitton, pero entonces llegan sus ya míticas siluetas en sus ya míticos vestidos, y me doy cuenta de que estamos en la capital Británica y este, es el sello de Luella, ese que hace furor entre inglesas de pro como Alexa Chung, Lilly Allen o Agyness Deyn, que son fans absolutas de este tipo de vestidos.
Y de este tipo de combinaciones de tops y faldas globo.
Aunque también hay sitio para los pantalones.
Una colección elaborada, muy pensada, hecha al detalle, con regusto a colegiala de internado, como a ella le gusta, en plan preppy british, sin pretensiones, ni más ambición que la de ser lo que es, y que se merece un lugar privilegiado entre sus coétaneas ya consolidadas y ensalzadas por la crítica.
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