Arranca la Semana de la Moda de París: Balmain primavera-verano 2009

Arranca la Semana de la Moda de París: Balmain primavera-verano 2009
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Por fin llega París. Todo lo anterior ha sido casi un puro trámite, la transición obligatoria hacia la meca de la oda: la ciudad del Sena. Ésa la casa de los consagrados, y lo demás no es que sean tonterías, es que la mayoría están por estar, por no decir que sobran. No todos, vale, pero el sueño de todo creador, su meta, es hacerse un hueco en el calendario de la Paris Fashion Week, porque allí no es que desfilen los franceses, es que desfilan los mejores.

Balmain, o lo que es lo mismo, Christophe Decarnin, ha dado el pistoletazo de salida a la Semana de la Moda de París, en una temporada en la que como novedad cabe destacar el salto del británico Gareth Pugh a la capital francesa. Lo que decía antes, el deseo de algunos puede ser la pesadilla de muchos otros. Menos mal que en París, todo se ve con otro ojos.

Para el próximo verano 2009, Decarnin sigue fiel a su idea de mujer sexy y de aire punk, la misma que tira de armario con unos jeans pitillo deslavados, un blazer de paillettes y un par de vestidos asimétricos hiper ajustados.

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Esta vez sin embargo, las hombreras se accentuan casi hasta lo absurdo y las chaquetas, de piel, o de pailletes, tipo blazer, se vuelven militares; los pantalones, decolorados a base de lejía, y rotos, o muy gastados, sobre todo en las rodilleras, como ya lo habíamos visto en algunas celebrities (una vez más se abre el debate sobre si la moda se mueve de la pasarela a la calle, o de la calle a la pasarela; o las dos).

Los mini vestidos tipo tutú en blanco, son otro de los platos fuertes,

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al más puro estilo bailarina de ballet, embellecidos con pedrerías en el busto o justo por debajo, y en versión con finos tirantes o strapless.

Aunque la ausencia de volumen de cintura para abajo, los bustiers, y lo corto muy muy corto, en colores vivos como el malva, el verde esmeralda, o el turquesa, siguen siendo las premisas clave de un Balmain que insisto, apuesto por lo sexy sin más pero que logra salvarse de lo obsceno, aunque no de la obviedad: esta colección podría ser la misma que la del invierno pasado, pero con la etiqueta de verano colgada detrás.

Menos mal que lo sexy sigue siendo atractivo para la mayoría, y Balmain, es Balmain, ¿quién sino iba a perpetrar mejor una versión rockera del little black dress?

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¿O iba a propiciar mejores red carpets llenas de sensualidad con sus vestidos de noche ajustados, asimétricos, con volantes, haciendo del cinturón un elemento decorativo que no solamente sirve para ajustar y perfectamente desestructurados?

Por ahora, y hasta que se demuestre lo contrario, nadie.

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