No soy The Sartorialist. Lo sé. Así que lo de posar, técnicamente, es un decir. Pero la gracia es que una se ha convertido en fotógrafa improvisada de la noche a la mañana, y pelearse con los profesionales y sus enormes cámaras, debería ser un deporte Nacional.
En este tipo de eventos hay dos clases de celebrities, las que se bajan de sus Mercedes y posan amablemente para la prensa, y las que aparcan el coche lo más lejos posible para hacer cómo que llegan a pie y con mucha prisa.
Este último es el caso de Mischa Barton, a la que ni uno sólo de los profesionales congregados en el desfile de Elie Saab supo reconocer, sólo yo, y dos amables redactoras de Elle France, obviamente, Mischa, que desafiaba al mal tiempo con un vestido strapless color azul (de Elie Saab), y sus enormes rayban, sin medias, y muchísimo tacón, no fue tan amable de pararse ni un sólo segundo y pasó rauda y fugaz.
Debo decir que es un pedazo de mujerón, muy alta, mucho más delgada de lo que parece, y con una melena preciosa, aunque suene a anuncio. Eso sí, todavía necesita tirar de aires de diva para llamar la atención.
Dita Von Teese, al contrario, es puro glamour, pasar a su lado es como volver cuarenta años atrás, y cuando una la tiene delante parece totalmente irreal: es blanca hasta la palidez, tiene una piel que parece de porcelana, y el negro, le sienta fenomenal. No sonríe, ni gesticula, pero es fantástica.
Muy menuda, y con taconazos imposibles (no exagero si os digo que el noventa por cien de las mujeres que ví calzaban Louboutin), llevaba un traje de chaqueta precioso, con cuello y mangas haciendo un efecto origami, que apuesto lo que sea a que era de Dior (pues no, es de Elie Saab también).
Elsa Pataky podría ser perfectamente nuestra Hortera de bolera de febrero (que veo que en enero el cupo está más que cubierto), porque realmente, la chica tiene un gusto pésimo. Es todo entrega cuando posa ante los focos, se nota que lo lleva en la sangre, de hehco, es su mejor baza, porque si no fuera por su tremenda fotogenia, pasaría bastante despercibida. Os aseguro que llevaba un vestido horroroso, adamascado en tonos arena y silueta tubo, y un chaquetón de piel negro de señorona, iba fatal, de boda barata. Un horror.
Menos mal que para el desfile de Jean Paul Gaultier se cambió (aquí la veis borrosa y de espaldas).
Nada que ver con Géraldine Saglio (¿os acordáis?), la chica es espigadísima y muy normalita de cara, pero es indiscutible que tiene estilo porque iba impecable con un precioso abrigo negro, una mini mínima, unas botas de mosquetero y su Chanel cruzado.
También estaban Emmanuelle Alt y Carine Roitfeld, la primera es muy poco agraciada y antipática (para que os hagáis una idea de cómo funcionan las cosas en la Alta Costura, tuvo problemas para entrar en el desfile de Gaultier), y la segunda, tan estirada como parece y mucho más baja de lo que aparenta.
Lou Douillon no es guapa ni falta que le hace, porque es de un chic que la belleza no te da; un simple traje masculino y una camiseta medio haraposa y de cuello dado la convertían en la más elegante del lugar.
Y hasta aquí mi reportaje fotográfico, hubo más celebrities, como Olga Kurylenko, Kanye West (con traje blanco y pelo cardado), Catherine Deneuve o Kylie Minogue (sin Andrés Velencoso…), pero se resistieron a mi cámara.
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