Chloe nos ha traido el grueso de la alfombra roja de los premios del cine británico, y yo cojo el testigo para prolongar el repaso por las intérpretes y sus vestidos. La siguiente en discordia, tras el impagable rastror de una excelsa Kate Winslet, una dulce Freida Pinto, una emergente Emma Watson, y una siempre eficiente Amy Adams, es Emily Mortimer, una actriz que me encanta, muy inglesa, que muy en su estilo romántico y frágil, muy victoriano, se enfundaba en un vestido gris de Yves-Saint Laurent colección crucero 2009.
A base de top simulando un estampado de pitón, con fajín en terciopelo dibujando un lazo, y con una falda tuleada de volantes, nada era demasiado, porque Pilati sabe lo que hace y nada se escapa a sus tablas.
Elettra Rossellini estaba muy rara, más ancha, más seria, y mucho menos pletórica que en otras ocasiones: su gown azulón no la salvaba.
La excelsa Kristin Scott-Thomas estaba guapísima sin embargo, también de azul, y como siempre, sobradamente elegante.
Gemma Arterton, una de las chicas Bond que lograba conquistar fugazmente al agente 007 más sexy de todos los tiempos (Daniel Craig) estaba prácticamente irreconocible, algo más entrada en carnes y sin su melena pelirroja, y además, con un Dior que en su piel, podía parecer cualquier otra cosa.
Marion Cotillard, que desde los Oscar 2008 no levanta cabeza, tampoco lograba darle la solemnidad que requería su Dior Alta Costura primavera-verano 2009 recién salido del horno: para su próximo evento que llame a Jean Paul Gaultier a ver si vuelve a obrar el milagro.
Kylie Minogue, que nuevamente volvió a dejarse en casa a nuestro admirado Velencoso, fue la más arriesgada y vintage de la noche, ya que elegió para la ocasión un Chanel Alta Costura de 2002. Bien hecho Kylie. Pero la próxima vez deja que disfrutemos también de Andrés, anda…
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