Qué bien nos viene que a Olivia Palermo no le importe que los “rastreadores de prendas” siempre nos topemos con alguna adquisición lowcost en su armario. Y es que no hay día que pase sin que en su vesturario detectemos integrada una pieza de Zara, H&M o Topshop. Ayer por la noche, en la fiesta de lanzamiento del documental sobre Valentino en DVD, podíamos ver a la editora junior de joyas de la revista Elle más altiva y despectiva (y es que en la nueva temporada de The City ya no trabaja para Diane Von Furstenberg), con unas botas legging de la cadena de tiendas española, de esta temporada.
Seguramente las habréis visto en algún Zara, con tacón, ajustadísimas, y de las que no se agotan porque no son precisamente fáciles de llevar y requieren unas piernas más bien extremadamente delgadas.
También están gris.
Y no es la primera vez que se las pone. Hace poco la veíamos en otro acto con ellas.
Olivia no era sin embargo la más guapa de la velada. La hija de Tommy Hilfiguer, Ally, a la que ya veíamos en la pasada gala del Whitney, está escalando posiciones en el ranking de celebridades neoyorquinas gracias a su peculiar y desenfadado estilo. No es rubia, no es alta, sí es rica, y es diferente.
Hana Soukupova, una de las favoritas del diseñador italiano, también se dejaba caer por el evento haciendo gala de su inhumana altura y porte de modelo.
El anfitrión, tan “churruscado” como siempre, llegaba acompañado de a socialité de las socialités por excelencia: Daphne Guiness.
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