Qué difícil es ser princesa y ser Letizia debe serlo más. Desconozco lo que ocurre en el extranjero con sus princesas pero lo que es aquí rara es la ocasión en que sea alabada por todo y por todos, hablando de moda. Lo que para unos es elegante, para otros es soso, lo que para unos clásico para otros viejuno. Y su look en la cena de gala de ayer no se libra de la quema.
Si me preguntan a mí, diría que luce espléndida en el día en que Máxima ha sufrido las peores críticas. Que es la más guapa y que, eso sí, con 4 kilos más sería impresionante. Pero yo hablo aquí, los que hablan en otros sitios tienen opiniones dispares.
Periódicos como El Mundo acercan la elección a una catástrofe propia de alguien que suele vestir mal. Cierto es que en sus looks del día a día a veces no está muy acertada, los colores que elige son apagados y las prendas le sobran por aquí y por allá. Sus apariciones en alfombra roja suben el listón en las, por lo general, poco estilosas princesas europeas.
Supera con creces a Máxima, con un error de planteamiento queriendo repetir vestido y su declaración de intenciones correspondiente, y no digamos a Mette Marit, equivocada en el estampado, en el corte y en la forma de llevarlo. ¿Me equivoco? La imagen viene a darme la razón.
Según ABC deslumbra y yo me decanto más por esa opción.
Quienes están a favor aluden a la esbeltez remarcada por su figura, quienes están en contra a que muestra demasiado cuello, lo cual me deja estupefacta, a su color o las flores que caen sobre sus caderas.
Hay varios aciertos en su elección: el corte, los brazos tapados, el maquillaje es espléndido y la peluquería también. En contra, los zapatos, demasiado casuales, o eso parece en la imagen.
Visto lo visto, yo no quiero ser princesa.
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