No es que sea una inspiración original, el Lejano Oriente, los kimonos, el estampado floral, los cinturones obi, son temas recurrentes en los diseñadores. Temporada sí, temporada también, los creadores vuelven a fijarse en el Lejano Oriente para crear sus colecciones. Giorgio Armani tiene debilidad por este estilo y una y otra vez vuelve sobre lo mismo. Esta vez tenía una razón poderosa: rendir homenaje a Japón tras el duro terremoto sufrido hace unos meses.
Las colecciones quedan muy vistosas con la tendencia oriental, y consiguen recrear el escenario ideal para lucir bellos vestidos y entalladas chaquetas. A pesar de caer en muchos tópicos, Giorgio Armani sabe hacer las cosas bien, y los detalles son sutiles (un frunce, un dobladillo, el uso del terciopelo) y logran prendas interesantes.
La parte más llamativa de la colección ha venido de la mano de los tocados creados por Philip Treacy y de los vestidos de noche que han cerrado el desfile, en color naranja.