Olivier Rousteing es lo mejor que le ha pasado a Balmain en décadas. Desde que tomó la firma en sus manos hace nueve años, el diseñador ha logrado llevarla a lo más alto, esculpiendo su identidad y dándole más popularidad que nunca. Era el momento perfecto para regresar a la Alta Costura, tras 16 años sin hacerlo. Un desfile plagado de perlas y reminiscencias del pasado que aún tiene mucho camino por recorrer (y recuperar).
Las perlas son una de las obsesiones de Karl Lagerfeld, pero él no tiene el monopolio. Estas piedras nacaradas han sido el hilo conductor del desfile Primavera/Verano de Alta Costura de Balmain. Las hemos visto bordadas en las prendas, reflejadas en las faldas con diseño esférico, en el maquillaje blanco de las modelos y hasta llevadas en las manos, porque la sutileza nunca ha sido del gusto de Olivier Rousteing.
El diseñador ha querido unir la herencia elegante y francesa de la maison con su carácter rompedor y moderno. Así, las perlas atemporales, tonos pastel, tules y volúmenes hiperbólicos nos han presentado a un Balmain que nada tiene que ver con Kim Kardashian. Pero el denim, el estilo glamouroso y sexy y el logo de la firma grafiteado en los vestidos no deja lugar a dudas: este cóctel de Alta Costura tan cañero lo firma Rousteing.
No podemos decir que sea el mejor trabajo del diseñador de Burdeos. Hay que reconocerle el esfuerzo por insuflar su estética en en el Balmain Alta Costura. Nadie dijo que fuera fácil resucitarlo después de casi dos décadas fuera del circuito Haute Couture. Pero la sensación que transmite es de estar incompleta, como un popurrí de conceptos fashion encajados a la fuerza. Es el Balmain clásico con pinceladas del actual. Y aún así, aún sigue siendo un experimento.
Fotos | Imaxtree.