Giambattista Valli cumple este año su octavo aniversario sobre la pasarela de París, a la cual se subió el pasado marzo de 2005. Mientras, en la Alta Costura, el modisto italiano se estrenó a lo grande el pasado julio de 2011. Con esta nueva entrega llega a la cuarta colección exhibida en la que no repite el mismo éxito de las pasadas y se apaga un poco.
La exuberancia de la Alta Costura pone el listón alto para ver los diseños más exclusivos alejados del prêt-à-porter, pese a que la nueva etapa de Raf Simons en Christian Dior pueda cambiar estos parámetros típicos. Al igual que su compañero de profesión, Valli controla el dominio de los vestidos más excesivos sobre la colección.
Los vestidos más cortos también apuntan a otro tipo de público, como bien comenta Tim Blanks en Style. Esta idea de convertir la Alta Costura en un peldaño más cercano a las fiestas más selectas de la alta sociedad joven más que para los compromisos y alfombras rojas del mundo. Vestidos en corto donde las múltiples horas de los bordados más cuidados aportan ese salto a la pasarela grande.
Princesas muy femeninas, con ideas compartidas con Valentino y su paso por Emanuel Ungaro, de 1998 a 2004, un año antes de que lanzase su propia línea en solitario. Mezcla entre el estilo ladylike con los estampados étnicos y los colores pastel más suaves.
Gusto por la cintura de avispa, por por los volúmenes en forma de campana en las faldas cayendo tras un pequeño corpiño o bien volantes y capas jugando con las formas y los largos, creando la mezcla y el engaño que tanto estamos viendo sobre la alfombra roja. Pese a todo lo bueno, me quedo con las anteriores colecciones.
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