Repasando mentalmente las imágenes que más me habían impactado de los mejores desfiles de moda de todos los tiempos, reconozco que lo primero que me ha venido a la memoria han sido las imágenes de las apariciones estelares de John Galliano cada vez que salía a saludar después de presentar una nueva colección de alta costura. ¿Quién no lo recuerda vestido de torero para celebrar el 60 aniversario de Dior y los 10 años que llevaba en la firma, de Napoléon o incluso luciendo una impecable dinner jacket, pero sin pantalones?
Galliano siempre fue un genio, y sabía bucear en los archivos de la casa para recrear épocas lejanas de manera fresca, porque es allí donde suele encontrarse el alma de la misma. La expectación por ver cómo se "disfrazaría" para salir a saludar era un plus añadido a toda la parafernalia del desfile.
Pero al margen de sus genialidades, recuerdo perfectamente a Stella Tennant dando vida a la Marchesa Casati en una creación de 1998, o a Edie Campbell vestida y tocada con periódicos para el desfile "Les Clochards" (Tramps) del otoño-invierno 2001-2002.
En febrero del 2004, un emocionado Tom Ford se despidió de Gucci con un espectacular desfile durante la Semana de la Moda de Milán. Sobre una pasarela cubierta por pieles de cebra, desfilaron altivas modelos luciendo una retrospectiva de las piezas más emblemáticas que el diseñador había creado para la firma durante toda una década.
En el 2007, los vestidos transformables de Hussein Chalayan supusieron una clara apuesta por la fusión entre moda y tecnología que abogaba por tejidos inteligentes que daban vida a vestidos luminosos, prendas termocrómicas, o vestidos animatrónicos como aquella falda que luego se convertía en mesa. Sus desfiles siempre resultaban memorables y no exentos de polémica, pero dejaban al público sin habla.
En el 2008 en París, con una inolvidable y emocionante colección couture para la primavera-verano del 2008, Valentino se despidió de las pasarelas. Una colección única en la que todo el expertise del diseñador se expresó al máximo, y en la que la emoción se palpaba en el ambiente cuando Valentino salió a saludar al final del desfile rodeado por todas sus modelos vestidas con trajes en el famoso rosso Valentino.
A principios de junio del 2009, en Bercy, tuvo lugar el que nadie sabía sería el último desfile de Alexander McQueen. El hooligan de la moda inglesa conquistó al público con modelos que en vez de desfilar parecían evolucionar sobre una pista de baile, alrededor de una montaña de hierros humeantes, subidas en lo alto de sus escarpines de tacones kilométricos.
En el 2003 se inspiró en unos piratas que habían naufragado en una isla llena de indígenas; en el 2005 prefirió hacerlo en la temática de las películas de Hichcok. Cuando más dio que hablar fue cuando presentó prendas teñidas de sangre después de haberse inspirado en el tema "Violación en los Highlands"; sin olvidar mencionar cuando hizo desfilar a modelos con piernas de madera.
En la historia de los desfiles de moda hubo un antes y un después marcado por el espacio. Cuando se les quedaron pequeños los salones de sus maisons de couture, Dior - como el resto de las otras grandes marcas del mundo de la moda y del lujo -, comenzaron desfilar en el Carrousel du Louvre. Allí, debido a los condicionamientos espacio-temporales, la puesta en escena tampoco es que fuera lo más importante del show; las prendas y, si me apuráis un poco, la top models de los 90 eran las auténticas protagonistas de los desfiles.
Después del Carrousel du Louvre, Dior apostó por el Museo Rodin de París. Recuerdo como si fuese ayer a aquellas espectaculares mujeres-flor con sus amplias y voluminosas faldas de tul y gasa decoradas con orquídeas, tulipanes y flores del paraíso, que desfilaron por la pasarela de este entorno privilegiado coincidiendo con la colección otoño invierno 2010-2011. Pero, os confieso que lo que de verdad me impactó fue que todas las modelos llevaran unos recogidos cardados - que recordaban a un bouquet de flores puesto del revés - con tocados que los envolvían en celofán.
Pero quien de verdad logró sorprendernos, y marcar la tónica de lo que se convertirían los próximos desfiles couture a partir de entonces fue Chanel con su desfile otoño-invierno 2008-2009 cuando montó en el Grand Palais de París un tiovivo que recordaba un poco al que se puede ver, todavía hoy, a los pies de la basílica del Sacre Coeur de París. Una recreación de estilo modernista inspirada en los carruseles de principios del siglo pasado, y en donde en vez de caballitos, elefantes y cisnes, los cubiletes estaban formados por ristras de perlas, camelias y clutchs.
Memorable fue el desfile Couture del genial Jean Paul Gaultier para la primavera-verano 2010. Un desfile inspirado en México en el que los clásicos sombreros de los mariachis adquirían una nueva dimensión ya que al sacarse de contexto se convertían en pequeñas obras de arte.
Y, ¿qué podríamos decir de aquella increíble mujer palmera con un traje realizado con plumas de gasa que eran una reinterpretación de las hojas de las palmeras cubriendo la estructura metálica de una de esas falda corola? Gaultier siempre siempre se ha inspirado en el arte a la hora de diseñar, y también ha prestado especial atención a los famosos métiers d'art. Algo en lo que también se fijó Chanel, que los convirtió, por méritos propios, en merecedores de su propio desfile anual.
La Alta Costura es una modalidad que trasciende los limites de la moda común, una moda que casi no se vende ni se compra, sino que sólo se exhibe prestándola para grandes ocasiones como las alfombras rojas, así que podríamos decir que se acerca más al arte, por lo que cuanto más original, creativa y rompedora sea, más atrae, ¿no os parece?
En Trendencias | Evolución de los desfiles de moda a lo largo de la historia desde su origen
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