La Semana de la Moda de la Alta Costura de París ya ha comenzado. Uno de los acontecimientos más importantes del sector donde se pueden ver las creaciones más complejas, delicadas y, por supuesto, caras. El pistoletazo de salido lo ha dado Schiaparelli, la mítica casa de costura que sigue sorprendiendo cada temporada.
La puesta en escena en esta ocasión ha sido sobria y oscura, tan sólo rompía la armonía del negro una mesa de dibujo central con una pequeña lámpara. Lugar que ha ocupado Daniel Roseberry, el nuevo director creativo de la firma, mientras bocetaba en su cuaderno de notas.
El comienzo del desfile ha sido sobrio, pero muy evidente. La ropa íntima de color nude se complementaba con una chaqueta de color negro perfectamente confeccionada. El look se coronaba con un adorno en la cabeza cuajado de strass que caía por la espalda. Era el inicio de una colección marcada por los brillos, el elemento que ha hecho brillar en todos los sentidos algunos looks.
La combinación del beige con el negro ha ido evolucionando, hemos visto medias de chantilly exquisitas. Pero no todo iba a ser esto, por lo que rápidamente han hecho presencia los tejidos exóticos como el cocodrilo, la iguana y la avestruz, dando lugar a uno de los diseños más espectacular, un vestido amarillo con plumas marrones precioso.
El amarillo, verde, azul y rojo han sido los protagonista, colores básicos que aparecían en tonalidad más otoñal, pero también en la gama más vibrante y brillante. Estos tonos combinados lo hemos visto también en un sólo vestido, con peluca verde flúor incluida, uno de las apuestas más arriesgadas de la colección.
Pero, sin duda, los protagonistas han sido dos: los brillos y los volúmenes. El primero crea vestidos de ensueño con enrejados de cristales y chaquetas con aplicaciones estupendas. El volumen está presente sobre todo en el final, aunque quizás aquí sea un poco impostado y complejo, por eso nos quedamos con las piezas donde se combinan ambos elementos.
Fotos | Imaxtree