«Una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas». Lo decía Virginia Woolf, pero creo que todo escritor de la historia coincidirá en que, al menos lo de la habitación propia, ayuda mucho. Hemos investigado sobre esos lugares, esos pequeños refugios a los que acudieron algunos grandes de la historia de la literatura para regalarnos las obras maestras por los que son recordados.
La habitación propia de Virginia Woolf
Monk's House fue la residencia de Virginia Woolf y su marido, además del lugar favorito de reunión del Círculo de Bloomsbury, un grupo de intelectuales británicos del primer tercio del siglo XX que incluía a T. S. Eliot o E. M. Forster. Pero, incluso dentro de Monk's House, Virginia Woolf tenía su espacio, su habitación propia: esta pequeña cabaña en el jardín de la que salieron todas sus obras maestras.
La minicabaña de Roald Dahl
Uno de los refugios más conocidos del mundo literario es la cabañita de Roald Dahl, en la que trabajó a diario durante más de treinta años. Un amigo la construyó expresamente para él, y él mismo la fue acomodando a sus necesidades. Hasta existe un libro que recoge las anécdotas más significativas relacionadas con la cabaña.
Algunos escritores necesitan grandes estudios para su arte. Roald Dahl necesitaba esta cabañita.
— Nórdica Libros (@Nordica_Libros) 23 de diciembre de 2016
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El molino de Tennessee Williams
El campus de la Universidad de Stony Brook acoge este molino en el cual el dramaturgo Tennessee Williams (dos veces ganador del Premio Pulitzer) escribió The Day on Which a Man Dies, tras la muerte de su amigo, el pintor Jackson Pollock.
La chocita rotatoria de George Bernard Shaw
Escondida al fondo de su jardín, el dramaturgo irlandés George Bernard Shaw construyó él mismo su choza rotatoria. Sí, la cabaña podía girarse para que siempre recibiera la luz del sol. Cuenta la leyenda que el genial autor llamaba «Londres» a su choza, para que, si alguien lo buscaba, el personal de su casa pudiera decirle que se encontraba en Londres y no lo distrajeran de su tarea.
El mítico café del que salió Harry Potter
A veces, las circunstancias (económicas y familiares, en este caso) impiden que un autor tenga un lugar adecuado donde escribir. Pero eso no significa que no pueda crear un manuscrito que, tiempo después, se convierta en una de esas obras imprescindibles. Es el caso de J.K. Rowling y el pub The Elephant House, situado en Edimburgo y que se ha convertido en lugar de peregrinación para todos los fans de la saga Harry Potter, ya que fue entre sus paredes donde nacieron las primeras historias del mítico mago.
Imágenes | Wikimedia Commons, Stony Brook University, Twitter.
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